Solón y Licurgo
Algo grave está pasando en el Congreso del Estado
Homenaje del Grupo Parlamentario del PRI a Mario Montijo
La política de austeridad a debate en el Congreso
Si, en efecto. Algo grave está pasando en el Congreso del Estado. Y es necesario atajar a tiempo una política errónea, equivocada, imprecisa y –sin que constituya un despropósito verbal señalarlo— provocadora, que puede dar al traste con el propósito de dignificar la tarea legislativa. En este propósito, diríamos que más allá de las naturales divergencias y desencuentros entre las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, hay una coincidencia, hay un propósito común y compartido: agregar valor a una tarea –la de legislar— que los ciudadanos comunes y corrientes no aquilatan de la mejor manera, sobre todo porque lo que ha imperado es el sainete, el espectáculo degradante que a todos nos lastima.
Pero hay quienes conspiran contra el propósito de agregar valor al trabajo legislativo. Y desafortunadamente, el principal promotor, de manera paradójica, es quien debería velar por el orden y el desarrollo adecuado de las deliberaciones de sus señorías. Nos referimos al presidente de la mesa directiva del Congreso, el diputado Marco César Amaral.
Amaral, está visto, no está por la labor. Lo suyo no es la conciliación, el acuerdo, el tratamiento respetuoso de las divergencias. Lo domina un estilo rijoso y pendenciero que puede conducir a una deriva de choque y confrontación absurda. Así se ha visto en las cuatro sesiones de estas dos primeras semanas de andadura de la LXIII Legislatura. Si así están las cosas ahora, no se descarte la posibilidad de que los trabajos del Parlamento entren en una zona de turbulencias donde todos se tengan que abrochar los cinturones.
Corresponde a todos hacer un esfuerzo por que las cosas no se salgan de control. En la nueva mayoría hay diputados con sensibilidad, talento y capacidad, que entienden el valor del diálogo, y son proclives a acercar posiciones aun cuando éstas parezcan irreductibles. Y todo ello, sin renunciar a la crítica mordaz, incluso despiadada, sin concesiones a los adversarios, puesto que ésta es una característica consustancial a la política.
Pero cuando todo es ataque, cuando en lugar de una lógica política lo que parece promoverse es una lógica de guerra, los buenos propósitos pasan a otro plano. ¿A quién conviene esta estrategia? ¿Puede la nueva mayoría afirmar su legitimidad y su condición de portadora de un proyecto de futuro para Sinaloa con un comportamiento cerril? ¿Es correcto apabullar a la oposición con el torpe e infantil argumento de que eso se hacía con ellos en tiempos recientes?
A éstas y muchas otras preguntas pueden dar respuesta las nuevas autoridades del Congreso, la propia presidencia de la Junta de Coordinación Política. Ahí hay gente talentosa, empezando con el secretario general, José Antonio Ríos Rojo, cuya experiencia en momentos álgidos de la vida política nacional y estatal, le debe ayudar a que las cosas no se sigan saliendo de quicio.
Lo cierto, lo claro, es que esta política absurda, confrontacionista y de choque debe cesar de inmediato por el bien de todos. Los gritos, insultos y denuestos que se han vertido contra los parlamentarios del Partido Revolucionario Institucional, particularmente contra Sergio Jacobo Gutiérrez, Gloria Imelda Félix y Faustino Hernández, alentando el comportamiento cerril de grupos escasamente representativos de la sociedad civil, hablan poco y mal de un Congreso llamado, por su composición y significado histórico, a tareas más trascendentes y dignificantes.
El asunto no quedará ahí. Desafortunadamente. Ha trascendido que en la sesión de la Junta de Coordinación Política del próximo lunes 15 de octubre, el líder de la bancada del PRI hará un duro posicionamiento por escrito, sobre lo que ha significado y puede significar en el futuro un comportamiento como el que aquí se describe por parte de la presidencia de la mesa directiva.
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En un acto no muy usual en la vida parlamentaria, el Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional inscribió su posicionamiento en torno al periodista sinaloense Mario Montijo de la Rocha, quien murió en días pasados. Como se sabe, Mario fue un periodista de referencia para el gremio y su estilo sereno y reposado, lejos de todo aspaviento y protagonismo, le permitía reflexionar sobre los avatares de nuestra vida política con un rigor poco común en el medio.
Tocó al diputado Sergio Jacobo hacer la elegía. Fue una pieza oratoria breve pero muy sentida, que condensó un sentimiento compartido por todos quienes lo conocieron y/o fueron sus amigos. He aquí algunas partes de la intervención del diputado:
“Don Mario no le caía mal a nadie. Su carácter reflexivo disimulaba una generosidad, que no solo era profunda, sino desinteresada.
“Así lo hemos podido confirmar ahora con el sinfín de testimonios de reconocimiento de muchos profesionales del oficio periodístico, que gracias a Don Mario tuvieron su primera oportunidad, su impulso inicial, la orientación oportuna, pero sobre todo, el ejemplo de una vida que se rigió siempre bajo una estricta ética de la responsabilidad, donde la convicción del comunicador se subordinó siempre al fin original, que es brindar a la ciudadanía información para que sea ella misma la que decida y se forme opinión sobre la realidad.
“Como bien nos consta a quienes lo conocimos, la frugalidad de su carácter siempre distinguió a su corazón, que se expresaba en un temperamento apacible y en un trato de absoluto respeto que era, casi, un tembloroso miedo por las repercusiones que puede tener una pluma.
“Esa responsabilidad le resultaba un agobio, como a la mayoría de su generación, que sueñan con el retiro y más tardan en anunciarlo que en estar de regreso, porque a periodistas como Mario Montijo, lo que les corre por las venas no es sangre, sino vocación y voluntad para informar, debatir y enriquecer la conversación pública.
“Don Mario fue y seguirá siendo, sin duda, una figura de referencia en el periodismo sinaloense. Escaló sus escarpados senderos siempre con dignidad y profesionalismo, con un ejercicio ético portador de auténticos valores democráticos.
“Mario Montijo, en su vida profesional, desde sus inicios como reportero hasta su condición de analista y comentarista, fue una lúcida conciencia crítica que interpelaba al poder, a todo poder, legal y extralegal, fáctico y alegal, exigiendo explicación, argumentos y razones de todas sus acciones.
“Montijo ejerció, en suma, lo que podemos llamar una pedagogía del periodismo, que es el mejor legado para las generaciones actuales en el elevado propósito de construcción de un mejor orden democrático en México y en Sinaloa.
“Siempre esquivo a las posiciones maximalistas, a las admoniciones y aires de superioridad moral, Mario era la templanza, el rigor intelectual, un profesional que contribuyó con su ejemplo generoso a dignificar una de las tareas más hermosas que pueda desempeñar un ser humano: el periodismo, que como diría Gabriel García Márquez, es “el mejor oficio del mundo”.
Hasta ahí. No más pero tampoco menos. ¿Cómo la ve?
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La política de austeridad ha pasado a ser una bandera que tremola el que será el nuevo bloque gobernante en breve, y que ya se ha entronizado en el Congreso de la Unión y en varios congresos estatales. Y todo ello puede ir, como han dicho sus más conspicuos representantes, desde la austeridad republicana a la pobreza franciscana. Sin embargo, el asunto es que no hay espíritu de cuerpo entre los integrantes de la nueva mayoría.
Un breve repaso da cuenta de que el consenso sobre la austeridad republicana hace agua. En la Cámara de Diputados hay una corriente que se revela ante la posibilidad de que sus ingresos sean reducidos a través de una política de choque, como la propuesta desde arriba. En el Senado, más de lo mismo. En los congresos estatales, las cosas no marchan mejor. Ahí está el caso de Zacatecas, entidad donde los diputados ya dijeron que las medidas de austeridad no se aplicarán en lo que resta de este año, y que se dejarán para el 2019.
En Sinaloa, la política de austeridad que empuja la nueva mayoría es bastante atrabiliaria. Lo es en el sentido de que pretende aprovechar su enorme fuerza para imponerla al Congreso, en lugar de buscar puntos de acuerdo y compromisos con las demás fuerzas. Peor aún: hay una resistencia numantina de algunos diputados de esa nueva mayoría a aceptar el recorte de recursos, y ya se preparan para levantar las barricadas. Esta política de austeridad para el Congreso ha sido tan anunciada como imprecisa. Y en el pecado está llevando la penitencia.
En principio, el PRI, con más oficio, se les adelantó, y planteó su propia propuesta de austeridad, marcada por la transparencia, es decir, llamando a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni enmascaramientos de ingresos. Esto es lo que no ha sabido o no ha querido hacer la propuesta de la nueva mayoría, que ha terminado por mandar señales confusas. Tratemos de aclarar un poco el tema:
La presidenta de la JUCOPO dice que los diputados perciben un sueldo de 181 mil pesos mensuales, que se compone de su dieta mensual, apoyo en combustible, gestoría social, fondo de gestión social, transportación y fondo de ahorro. Esto da un total de 169 mil 937 pesos, a los que se añaden 12 mil pesos por concepto de alimentación y hospedaje para quienes tienen su residencia fuera de la ciudad de Culiacán. De ahí los 181 mil pesos.
Luego, como se trata de ahorrar a como dé lugar, la mayoría de Morena propone mantener la dieta mensual, más el apoyo en combustible y de gestoría social, y desaparecer el fondo de gestión social, el apoyo de transportación y fondo de ahorro, de tal forma que el ingreso de cada diputado sea de 97 mil 437 pesos. O sea: la propuesta de Morena es tumbarle a cada diputado 72 mil 500 pesos.
Si se trata de llamar a las cosas por su nombre, dice el GP-PRI, el concepto de dieta “es un tanto obsoleto y debería cambiarse por el de sueldo base” en tanto que el “concepto de fondo de ahorro “debería cambiarse por el término compensación”. En estas condiciones, “el ingreso o sueldo mensual de los diputados, los recursos que recibe por su trabajo y que puede utilizar libremente” es por un total de 72 mil 437 pesos.
Más: en una declaración del GP-PRI, se dice: “en el caso del Congreso del Estado de Sinaloa los errores, las equivocaciones y la confusión surgen porque los conceptos de transportación combustible, hospedaje y alimentación, se les asocia, se les suma indebidamente al ingreso o como parte del sueldo mensual de los legisladores”.
Así estamos. En la semana venidera seguramente se tendrá una solución.
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En el debate sobre la política de austeridad, si alguien no se quiere quedar atrás tiene que mostrar que es más radical. Y la mejor prueba de ello es proponer que los diputados no cobren por su trabajo. Sin embargo, esto es absurdo. Ya ha habido propuestas, por ejemplo, de que los regidores sean honorarios, es decir, que se dediquen a la política, a la gestión de los asuntos públicos, de manera gratuita. Si ello fuese así, sólo podrían dedicarse a las tareas públicas quienes dispongan de los recursos, medios y rentas suficientes para no requerir el ingreso derivado de su trabajo como funcionario electo o por designación.
Habría que leer algo para no cometer excesos y despropósitos verbales que no exhiben sino deficiencias. Sería bueno, por ejemplo, abrevar en algunas fuentes. No estaría nada mal Max Weber, y revisar su modelo de administración racional-burocrática. Ahí señala que los funcionarios –electos o por designación—ejercen el cargo como su única o principal profesión, y hacen carrera con perspectiva de ascenso por años de ejercicio o por servicios, y son retribuidos en dinero con sueldos fijos, cuya retribución está graduada de acuerdo con el principio del decoro estamental.