TIEMPOS DIFICILES

Liga Comunista 23 de Septiembre en Guasave

 

Dos testimonios y otro al margen

Melchor Inzunza y Andrés Montoya

Entrevista con Cástulo Anselmo Alejo Armenta y Gonzalo Inzunza Cervantes

Culiacán, Sinaloa, entre 1979 y 1980

 

Introducción

 

“¿Se podría organizar un partido de quienes no están seguros de tener la razón? Ese sería el mío”:Albert Camus.

 

El epígrafe que honra esta introducción, es una utopía. Fuera de lugar para partido político alguno. Igual que las religiones no dudan de sus dogmas, no ha habido organización partidista que dude de sus razones, y menos que ninguna la Liga Comunista 23 de Septiembre.

 

El 15 de marzo de 1973, en Guadalajara, en una reunión organizada por Ignacio Salas Obregón(‘El Oseas’, heredero del proyecto de Raúl Ramos Zavala),una decena de organizaciones clandestinas –entre ellas Los Enfermos de Sinaloa, que se habían enseñoreado en la UAS durante el período 1972-76–, resolvió formar la Liga Comunista 23 de Septiembre, que se convertiría en la guerrilla urbana con mayor estructura política-militar en el país.

 

Cuatro meses después (julio de ese año), la Liga decide impulsar un ensayo de insurrección en el Valle de Culiacán, Sinaloa.

 

En abril de 1974, la Liga aprueba la construcción de un ejército guerrillero en todo el país.

 

Durante varios años realizaron diversas acciones armadas, secuestros y asesinatos de empresarios, asaltos bancarios, ejecuciones de  varios policías y algunos soldados, además de los ‘ajusticiamientos’ internos –militantes “deslindados”, sospechosos de ser agentes infiltrados o simplemente por desviarse de la línea, por algún desliz verbal, o, peor aún, por disentir o criticar a la dirigencia.

 

Aun cuando el movimiento de Los Enfermos –principal bastión de la Liga– había llegado a su fin hacia 1977, la Liga ya estaba en franco declive desde 1976, debatiéndose entre las deserciones, escisiones, deslindes y ajusticiamientos internos, y acosada por la represión del gobierno, que no vaciló en recurrir a la guerra sucia de exterminio.

 

Para 1978 sólo quedaban restos del naufragio. La Liga había sido desmantelada, y algunos de sus dirigentes encarcelados, muchos otros muertos en acción o asesinados, y centenares de militantes en prisión, acribillados o desaparecidos.

 

 

***

 

Desde la aparición de Los Enfermos y de la Liga, discrepamos por completo de sus concepciones ideológicas, de sus ‘tesis’ y de sus prácticas políticas, marcadas por la más extrema intolerancia; a su activismo destructivo en la Universidad, algunos opusimos –juntos con Liberato Terán, Jorge Medina, Carlos Calderón, entre otros–  una  activa disidencia que incluyó la crítica pública sin concesiones.

 

A la pretensión de imponer una ideológica única y total,  reclamamos la diversidad de las ideas y la pluralidad de posiciones; a su despropósito de destruir a la UAS, argumentábamos contra ese despropósito, exponiéndonos a sus agresiones físicas.

 

Los enfermos, orgullosos de estarlo  (“Sí, estamos enfermos, pero del virus rojo del comunismo revolucionario”, decían en un volante firmado por la Coordinadora Clandestina de FEUS mayo/73), no admitían la discusión con quienes no pensaban como ellos. Invertían la frase de Martí: trinchera de piedras  valen más que trinchera de ideas. Como un adversario no puede tener razón, ¿para qué dejarlo que se exprese o aceptar reflexionar con ellos sobre sus argumentos? A lo mucho, podemos dejarlos hacerse una autocrítica, o se la hacemos nosotros a tiros.  El fin justificaba sus medios, pero nosotros nos ateníamos a Camus: “Son los medios los que justifican los fines y no al revés”. La Liga estaba, en efecto enferma, pero del virus rojo polpotiano.

 

(Guasave, mayo de 2015)

 

Primera parte

 

Inicios

 

Grabada primero, transcrita después, tal como la encontramos por casualidad en nuestros archivos, cuando la consideramos perdida y olvidada para siempre. Sobra decir que nunca se publicó. Pero ahora la recuperamos, 35 años después.

 

Con el propósito de comprender mejor el fenómeno de‘Los Enfermos’ y las razones de sus protagonistas,entrevistamos entonces a dos ex militantes del ‘enfermismo’: Cástulo Anselmo Armenta y Gonzalo Inzunza. Los primeros que en el norte de Sinaloa empezaron a dudar y luego a disentir de los altos dirigentes de la Liga.No por menos fanáticos, dejaron de ser sin embargo menos valerosos en sus acciones. Fueron entonces admirables, como algunos otros, que no perdieron del todo los principios éticos, ni la sensatez, el sentido del humor y el espíritu crítico, pecados capitales de todo fanatismo religioso o político.

 

 

 

Andrés: ¿Es cierto que tu, Gonzalo, te disfrazabas rengueando como si estuvieras cojo?

 

Gonzalo: En los asaltos nada más, otra vez asaltó el cojo, decían. (Risas de todos)

 

Melchor: ¿Ustedes participaron en algún hecho de armas? Díganme lo que quieran. Empiecen por donde quieran. Al fin que ustedes firmarán sus testimonios.

 

Andrés: Hablen, digan cuántos chotas mataron.

 

Melchor: Bueno, el cuate Andrés de adelanta demasiado. Ya dirán más adelante si sí o si no. Por lo pronto ¿creían que la revolución era inminente, que la ya la estaban haciendo?

 

Cástulo: Creímos, no al grado de considerar que estaba a la vuelta de la esquina, sino que estaba presente, que se estaba manifestando una fuerte crisis económica, que empezaba una gran carestía de la vida. Habíamos tenido participación aquí en Culiacán. Recuerdo un acto organizado por la unión de colonias que presidia un tal Ponciano, no recuerdo sus apellidos. Este fue en el mes de agosto. Tuvo lugar una manifestación de colonias que protestaban por la carestía de la vida. Nosotros considerábamos que no solamente había que hablar, sino que era conveniente pronunciarse contra lo que ya se manifestaba pero de una manera directa. Es decir, realizando lo que se llamaba expropiaciones, que no eran otra cosa que saqueos a las casas comerciales. Entonces nosotros planteamos, bueno, vamos a darle un cambio a este acto, y sencillamente tomamos la tribuna apoyados por compañeros del movimiento estudiantil. Cuatro compañeros abordamos la tribuna y llamamos a una manifestación con características totalmente diferentes a las que tenía el acto al que estaba citando la unión de colonias, y se realizó un saqueo a los comercios. Esto fue en julio o agosto de 1973. Ya se llamaba a destruir el capital.

 

Melchor: Sí, la prensa registró el suceso como una agresión a los colonos por partes de los estudiantes. Decía una nota: mientras se realizaba un mitin de colonos, convocado por la Alianza Revolucionaria de Colonias Populares para protestar contra la carestía de la vida, se introdujo un grupo de estudiantes quienes pretendieron arrastrarlos a saquear los comercios, argumentando que era más afectiva esta acción directa que el mitin que se realizaba. Los colonos no lo apoyaron y los estudiantes golpearon a algunos de los líderes que los contradecían. Luego intervino la policía y ahuyentó a los estudiantes. ¿Ese fue el acto?

 

Cástulo: Es el mismo acto.

 

Gonzalo: ¿Qué año fue ese, el 73?

 

Cástulo: El 6 de agosto de 1973.

 

Andrés:¿Fue en el primer acto que participaste, Cástulo?

 

Cástulo: No… fue, precisamente el último acto en que participé. Porque, de aquí iba a ser trasladado a Guasave, como así fue. El contacto al que iba a ser trasladado era el Chicano (Francisco Carvajal). Pero no se había presentado a ese contacto. Eso indicaba algo, y posteriormente se dio a conocer su detención.

 

Mientras esperaba a ver qué sucedía me tocó participar en ese acto. Fue el último aquí en Culiacán, después mi traslado a Guasave, a fines de ese mes o a principios de septiembre.

 

Andrés: ¿Cuál era tu misión en Guasave?

 

Cástulo: Mi misión era coordinar las acciones que se hicieran en esa zona de Guamúchil y Guasave. Sin embargo, como se perdió la relación con el Chicano y se estableció después con otros compañeros, ellos no tenían la idea de que yo iba al movimiento estudiantil (en el que tenía cierta experiencia) y, hasta cierto punto, yo tampoco lo sabía, o sea, no había claridad. Entonces, fui comisionado de atender al movimiento campesino; en un movimiento en que no tenía experiencia, y prácticamente fui a aprender. Teníamos contactos con gentes que dejó el Chicano. Algunos –como Miguel, de Leyva Solano– pasaron al ex-PC posteriormente. Era gente que atendíamos nosotros. Distribuíamos propaganda en los campos agrícolas. Creo que esta labor tuvo continuidad, ya que lo que planteamos –como lo hicimos todo el tiempo–, correcto o incorrecto, lo llevamos a la práctica.

 

Acciones

 

Recuerdo dos movimientos fuertes que nosotros organizamos: uno de ellos fue el 2 de mayo de 1974. Pero más grande fue creo en abril. Ahí no hubo ningún detenido.

 

Melchor: ¿Qué fue lo que hicieron?

 

Cástulo: Se asistió primero a un campo agrícola. Se habló en un acto y se pidió que se dejara de trabajar y acudir en masa a otros campos agrícolas a levantar a otros campesinos. La consigna era ajusticiar a los capataces que eran los que representaban al capital. Rebelarse contra los medios de producción, destruir en lo que fuera posible. Porque se manejaba la consigna de destrucción del capital de una manera tácita, física.

 

Resulta que prendió la mecha. En ese campo agrícola se jaló gente, en los propios camiones del campo salimos a otros campos agrícolas. Total que eran –y esto lo refirieron en análisis que hicieron los principales dirigentes de la Liga Comunista– “actos de masas y las primeras columnas guerrilleras que surgían”. Y en realidad lo fueron. Eran grandes contingentes los que se lograron levantar, Muchísimos. Y se le hablaba a la gente. Se les explicaba y se desarmaba a los capataces  y guardias blancas.

 

Esa primera vez no hubo muertos ni heridos. Hubo una segunda vez. Esta fue continuación o generalización del 16 de enero que había pasado unos meses antes en Culiacán. Nosotros, dijimos: si aquí fue posible y, siendo condiciones similares en otros lugares, también allá podemos llevar a cabo eso. Se decía: vamos a educar a las masas. En la misma acción. No vamos a llegar a hablarles. Era toda una concepción, un conjunto de ideas que tenían continuidad. Decíamos: bueno, la política de las organizaciones de izquierda se basa en las negociaciones. Nosotros no queremos ya negociación. Queremos actuar con base en la presión y la fuerza que se demuestre. Es como el capital va a ceder. Llevamos a la práctica eso. Se llamaba a ajusticiar, a expropiar. Eso fue lo que se hizo en los campos agrícolas.

 

El 2 de mayo –fue un compañero Espinoza, actualmente maestro de la Escuela de Agricultura– yo era el dirigente, clandestino ahí. Me tocó darle el arma, porque él y otros compañeros irían a eso. Hablamos de movimiento armado, de armas, de acciones militares. Sin embargo–y era una crítica que se nos hacia–, los que menos acciones de armas habíamos realizado éramos nosotros. Que nuestros movimientos, aunque masivos, no eran de un masivismo de activistas. No eran las grandes masas, pero eran numerosos nuestros actos, como aquellos de los campos agrícolas.

 

A pesar de que hablamos y hacíamos acciones de armas, no conocíamos el manejo de muchas armas. Recuerdo que cuando iba a entregarle esa arma –una M-1– yo no sabía usarla. Yo le transcribí lo que otro me dijo acerca de su uso, a ese chavo que me tocó entregársela. Él se fue a dirigir ese acto. Iba a dirigir pero con un arma, con el ejemplo, entonces,  él se fue con las indicaciones que yo le di. Sin haber usado nunca un arma de ese tipo, sin haber hecho antes un entrenamiento. Sólo hicimos dos tiros. Y se arrancó a la acción. Esa ocasión, tal vez hayan estado prevenidos los campos agrícolas. Se hizo un acto más fuerte todavía. Pero ya significó la muerte de un jornalero. En ese acto surgió gente que desarmó a capataces, se armaron y dieron el enfrentamiento pero no con los guardias blancos. Inmediatamente llegaron los soldados. Se enfrentaron al ejército. Hubo un muerto, un obrero agrícola detenido y una compañera que logró escapar protegida por la misma gente. La subieron vestida de cortadora de tomate, la subieron a un camión y se escapó.

 

Después, la Liga relató en documentos, que habían sido verdaderas columnas del ejército… No recuerdo como le llamaban.

 

Melchor: ¿Pero la gente en qué participaba?

 

Cástulo: Participaba activamente, decididamente.

 

Andrés: Eso les hacía pensar a ustedes que existían las famosas ‘condiciones objetivas’, ¿no?

 

Cástulo: Sí.

 

Melchor: ¿Cómo conseguían las armas, las compraban ustedes?

 

Cástulo: Unas las comprábamos nosotros. Otras llegaban de la dirección, aunque las que llegaban eran mínimas. Ese era un problema de centralismo. Así funcionaba. Si algún compañero lograba hacerse de un arma de alguna forma, y, a un jefe superior le gusta, le parecía buena, se la centralizaba, esto era por “jerarquía militar”. Era común la expresión: “compañero, le voy a centralizar su arma”. O sea, me la voy a llevar.

 

Gonzalo: A’i le va esta de madera, compañero, para que siga desarmando chotas. (Risas)

 

Melchor: Cástulo, ¿cómo conociste a Gonzalo?

 

Andrés: Fumando mota seguramente. Bueno, no. Todavía no se la tronaba. O más bien, nadie sabía, porque era su doble clandestinidad.

 

Cástulo: Ya como militantes nos conocimos en el Comité de Dirección Revolucionaria.

 

Andrés: ¿Quién era el dirigente de ese comité allá en Guasave?

 

Cástulo: No había un dirigente único. Apareció el chavo, Espinoza, durante un tiempo. Aunque posteriormente deliberábamos en conjunto. Esta es una anécdota y algo que me parece interesante relatar; como sucedieron muchas, también fueron graves, dramáticas: se realizaba una reunión zonal de los jefes de toda la zona noroeste. Ahí estaba Julio, a uno que después le dijeron el “Cuestínculo”, que era del buró central junto con Oseas, pero que empezó a manejar otra tendencia. Hablaba de vincular los diferentes movimientos etcétera.

 

En esa reunión iban a estar dos vigilantes. La reunión se realizaba en una casa de seguridad en Guasave.

 

Espinoza era el dirigente, él representaba a la región norte ante esa reunión zonal. Espinoza dijo que sólo iba a haber dos vigilantes, y, me invitó a mí para que estuviera como vigilante, pero no le dio a conocer a los demás presentes en la reunión. Total que, se dio un movimiento de automóviles y todo mundo salió al patio. De repente, alguien llega y me pone el arma. Era Julio, El Cuestínculo, que había pensado que yo era policía. Había contado a los vigilantes. Se les habían presentado, sabía que eran dos. Yo solté mi arma. Los demás compañeros no me conocían. Estaban Luna Lujano, Élmer, un compañero de Guasave y otro que no recuerdo. Entonces me conoce Elmer y va y me abraza y dice, “no, es compañero”. Entonces se descontrola Julio. Y pregunta: entonces como estuvo si los vigilantes ahí están. Se dio una deliberación y finalmente se calmó el asunto. Dijo Luna Lujano: “si hubiera sido uno de nosotros con menos experiencia, sí te hubiéramos matado. Me puso una Browning. Estos casos se presentaban a cada rato.

 

 

Pugnas

 

Melchor: ¿Entonces en las discusiones llegaban al grado de quererse matar?

 

Cástulo: Sí, hubo casos así.

 

Las reuniones se realizaban en casas especiales para ello. Sin embargo, nada más el que vivía ahí sabía la ubicación de esa casa. El resto de compañeros llegamos agachados, o bien con los ojos cerrados y los otros nos iban diciendo, por aquí, por allá, hasta que llegábamos. Hubo muchos casos en que compañeros que fueron llevados a seis, u ocho casas así –como el caso del “Lenin”–, que cuando lo agarraron dio pelos y señales de las casas en las que había estado según esto con los ojos cerrados. Dio señas de las casas y todos los compañeros fueron agarrados.

 

Supe de una reunión en la que el Chicano había salido de la cárcel. Entonces, de ser un compañero de dirección pasaría a ser un compañero de base. Era atendido por otro compañero que no tenía la formación que había tenido el Chicano, pero también era considerado como un compañero que ‘carburaba’. Sin embargo, el Chicano empezó a presionarlo, a criticarlo. Llegó un momento en que el otro compañero tuvo que pegar la graciosa huida dejando la famosa “carta” en la que explicaba las razones por las que desertaba y ubicaba al Chicano y decía que no se creyera, que él tenia una “four and five” que no le tenía miedo. (En la jerga de la Liga, ubicar a alguien significaba que lo tenía señalado, que se la tenía sentenciada)

 

Gonzalo: El Cuestínculo era de la dirección, tenía más experiencia entonces.

 

Cástulo: Resulta que quien era encargado de atender todas zonas norte y noroeste era Julio. El Cuestinculo. Era representante de una tendencia que considero fuerte, pues fue muy atacada por la dirigencia general de la Liga.

 

Esta tendencia planteaba fundamentalmente lo siguiente: no deberían realizarse acciones aisladas, deberían estar vinculadas. El documento en el que planteaban eso comenzaba diciendo: quiero llamar la atención sobre una cuestincula minuta, a saber: la necesidad de vincular los diferentes movimientos locales y nacionales en uno solo. Planteaban cuestiones de organización y de efectividad en las acciones que se realizaban. Debido a ese documento de vio una seria amenaza, un oportunismo que había que combatir a muerte. A raíz de eso se les empieza a conocer como la tendencia de los cuestínculos.

 

A partir de ahí, también el buró se separó en dos grupos: la gente buena y la gente del Cuestinculo.

 

Gonzalo: Fue el primer rasgo de escisión que se dio en la Liga.

 

Melchor: ¿En qué consistía?

 

Gonzalo: El mandó tres documentos: uno a los enfermos, otro al centro y otro a la gente de Chihuahua que estaba en la sierra.

 

Parece que planteaba ciertas reconsideraciones a las cuestiones militaristas que prevalecían dentro de la Liga. Ahora comprendo que no estaba tan errado en sus planteamientos. El cuestinculo tenía formación militar, había estado en Corea, era cinta negra en karate, etc. Criticaba las posiciones muy militaristas de la organización. Entonces, Ignacio Salas Obregón que era el dirigente central le contestó sus cartas, y dicen que el cuestínculo lloró y que sabe que tanto.

 

Melchor: ¿Entonces, Salas Obregón era militarista?

 

Gonzalo: Era el teórico de la Liga, después de Arturo Ramos Zavala.

 

Cástulo: Empezaron a salir documentos como la llamada “carta campe”

 

Melchor: ¿En qué consistía esa carta?

 

Cástulo: No podría precisar en qué consistía, por ahora. Pero debe haber sido la política de la Liga en relación al campo. Señalo la existencia de esa carta porque creo que es importante y sería interesante recuperarla. Otra es la “carta militar”. Había otra carta militar y había otra que prácticamente se transcribió del ¿Quehacer?, de Lenin. Era sobre cuestiones de educación a las masas, me parece. No recuerdo bien. Pero yo, después leí el ¿Quehacer? Y sentí que estaba leyendo ese documento.

 

Gonzalo: Había una cosa muy curiosa ahí, entre los militantes en su relación con los documentos. Esos documentos eran discutidos en las direcciones de las diferentes regiones. En el caso de Guasave, en el Comité de Dirección Revolucionaria (CDR). A otros militantes les llegaba el documento pero de manera verbal. Incluso ahí en Guasave, nosotros comenzamos a combatir esa tendencia. Yo pegue de gritos porque no conocíamos realmente los documentos, solamente nos decían, dice esto y esto otro. Después de esa protesta fue cuando se empezaron a entregar los militantes, de base esas famosas cartas.

 

Segunda parte

 

Deslindes

 

Cástulo: Yo recuerdo que sí había inconformidad en ese sentido. Por ejemplo, yo recuerdo que Marisela decía, “yo atiendo a mis compitas como yo quisiera que me atendieran a mi”. Eso reflejaba que no había una atención apropiada.

 

Andrés: ¿Por qué ese lenguaje lumpenesco que se empleaba en la Liga, desde la más alta dirección? Mezcla de lenguaje popular y lumpen, de desclasado, ¿no?

 

Cástulo: Yo pienso que es debido al antecedente inmediato en la formación en mucha de la gente de la dirección de la Liga, no solo en caso de los vikingos, en Guadalajara, sino aquí mismo. Muchas de las gentes que tuvimos que ver teníamos un pasado inmediato en el que nos dejamos crecer el pelo. Incluso mucha de la gente del movimiento fue pandillero. Fue ese pasado inmediato el que nos heredo ese lenguaje. Y, por otra parte, la misma necesidad de no llamar a las cosas por su nombre que nos imponía la propia clandestinidad. Campesino, decíamos “campe”; Los Mochis, “L.M”; Guadalajara, “Guanatos”, etc.; era una actitud de defensa, inmediata.

 

Gonzalo: Había una tendencia de imposición de las ideas. Por ejemplo: lo que señalábamos antes respecto de los documentos; la dirección planteaba las ideas y así también, se transmitía el lenguaje. No se le daba oportunidad al militante de razonar, sino que se le imponían las ideas; así se impuso la Tesis de la universidad fábrica, por ejemplo, que se saco “para su discusión y análisis”, en realidad se llegaba a las asambleas imponiéndola. Esta es la luz, esta es la verdad. Había poca tendencia al análisis. Por eso mucha gente era dogmatica, ciega, la mayoría de los militantes. Tu (se dirige a Melchor) discutías con un militante y le argumentabas cuestiones teóricas y nos convencías. Pero íbamos con los jefes y nos tiraban otro rollo y ya aceptábamos esa verdad tal como nos la daban.  En la liga no nos daban oportunidad de discutir, aunque se decía en los documentos que hay que analizar, etc.… y dar oportunidad al militante a que exponga sus divergencias, pero si exponías divergencias corrías el riesgo de que te acusaran de oportunista, de desviado político o te ajusticiaran o algo. Entonces había que aceptar lo que se planteaba. Por eso había esa cerrazón en la base. Y entre los jefes, los que empezaron a deslindar posiciones se les ajustició algunas, y cada quien jalo por su lado; hubo un momento en que había varias ligas. No se sabía cuáles eran los buenos y cuales los malos. Yo tuve como cinco coordinadores y cada uno me tiraba rollo diferente. Se iba uno y volvía otro con posición diferente. Entonces, no sabía si aquel lo habían matado o que había pasado.

 

Chicano

 

Melchor: Y tu, Gonzalo, ¿cómo ingresaste a ese movimiento?

 

Gonzalo: De la manera más “burocrática” –dice riéndose–. El 10 de Junio de 1972, en el primer aniversario de esta fecha se dio una movilización en Guasave en la que participó el Chicano. Entonces estudiaba la preparatoria en Guasave. En la prepa en la que estaba Othoniel, Parra, Rochín, entonces nos empezábamos a contactar e incluso repartíamos la propaganda que traía la gente de Culiacán, y, la gente de Culiacán eran el propio Chicano, el güero, Gastélum y otros que eran de la tendencia enferma. Nosotros, en la prepa, sacábamos un periódico “Trinchera” del que sacamos tres números por cierto; esto hizo que se fijaran en nosotros. “Esos de la preparatoria nocturna de Guasave sacan un periodiquito, pues, no está mal”. Y el Chicano nos empezó a hablar. Ya teníamos cierta amistad desde morro, amistad mariguanil.

 

Andrés: ¿El Chicano había sido mariguano?

 

–Gonzalo: Sí, claro, de la onda hippie, había sido pastillero y todo eso. Indudablemente que con la influencia del 68 esa inconformidad comenzó a tomar otro cariz; luego vino lo del 71. Entonces, el Chicano adoptó sus posiciones políticas aquí; ya para entonces no fumaba mariguana. Tampoco nosotros; sólo de vez en cuando; como ahora, casi cada dos meses (ríe). Ríen todos. Me acuerdo que nos empezamos a reunir en casa de Amador, que también era miembro del Comité de Lucha de la prepa y formador de Trinchera. Ese año nos proponíamos estudiar enserio, cuando nos cayó la Tesis de la universidad fabrica en el cerebro y dejamos a la jodida las clases y los buenos propósitos.

 

El caso es que el Chicano ya se reunía con nosotros y nos empezó a traer propaganda que sacaba la Co. Co.de FEUS, ya empezaban a salir documentos clandestinos, aquí se dio la división, se dio el movimiento camionero (el iniciado en Culiacán el 6 de octubre de 1972, cuando los enfermos se unieron  a la huelga del transporte público contra la Alianza de Camioneros), etc.

 

Y fue de esa manera nos dijeron: ustedes son de la Liga. Antes, al principio de hablaba de la Organización Partidaria (OP). Nos decían nosotros estamos formando una nueva organización. Ya vemos que el PCM no reúne las condiciones necesarias. Para entonces ya Raúl Ramos Zavala había deslindado con ustedes en la Juventud Comunista (JC).

 

Deserciones

 

Fue cuando circulo aquel documento “Las orejas del burro mencheviques y el coraje del PC”. Cuando mataron a Guevara, el Chicano aún nos seguía coordinando. Ya nos empezaba a sacar la pistola que traía (ya andaba armado). “Hay que armarse para defenderse”. Ya habían matado a Marcelo Loya y habían sucedido dos, tres hechos violentos. Esta situación fue la que nos convenció más a nosotros, como señalaba Cástulo hace un rato.

 

Fue un llamamiento a los obreros, a nivel nacional en el que se dio a conocer la Liga. Y fue cuando a nosotros también nos dijeron: esta organización se llama Liga Comunista 23 de Septiembre por lo que paso en esta fecha en Maderas, Chihuahua, en 1965. Nos contaron toda la historia de cómo se habían unificado varios grupos guerrilleros para  formar la Liga. El deslinde con Lucio Cabañas, con Paquita Calvo zapata, que era gente del FUZ, Frente Unido Zapatista, o algo así. Nos gustó mucho la historia y todo nos pareció muy bien. Muy formidable. Y pensamos que, cuando mucho, en dos años más nos aventábamos la revolución. Por la forma en que lo planteaban. Decían: esta es la zona noroeste, en ella tenemos un comité; en la sierra hay gente; aquí en Sinaloa también; en el centro, lo que llamamos El bajío, en la única parte en la que nos falta tener comités revolucionarios es en el sur, en Yucatán. Nosotros mirábamos una columna vertebral de guerrilleros. Toda esa información, tal vez falsa, y un tanto alucinada (como en el caso de las acciones en el campo en donde los obreros reaccionaban ante su inconformidad inmediata, sin ningún programa). Fue de esa manera que ingrese a la Liga, con base en esa militancia.

 

Melchor: ¿Estaban en la misma célula, Parra y esa otra gente?

 

–Cástulo: Es que Parra mantuvo relación con nosotros, pero no ingresó propiamente; mantuvo la relación y colaboración con nosotros, pero estuvo en contra, eso lo manifestó en un escrito. Podemos decir que ingresó formalmente, porque a mí me tocó atenderlo. Me acuerdo que nos vimos en los escalones del Seguro Social, en Guasave, él me hablaba de que las acciones que se llevaban a cabo eran acciones de bandolerismo, que no llevaban ninguna educación a la gente. Eran acciones de lumpen. Eso lo manifestó en ese escrito. No está de acuerdo y no ingresa de lleno, solamente que da como relación y colaborador.

 

Melchor: Él estaba en el magisterio, entonces, él y Rodrigo, ¿verdad?

 

Gonzalo: Había una célula magisterial que atendían los enfermos. Pero ya cuando se empezó a acelerar el movimiento, empezaron a analizar y, empezamos también nosotros a dudar de las posiciones de los enfermos. Fue cuando Parra, creo que a raíz de un primero de mayo, donde se dijo que había que llamar –a la bola de aborregados sin conciencia de los maestros– a saquear los comercios. Entonces Parra mandó ese escrito en el que decía que no estaba de acuerdo; finalmente, Othoniel, Rodrigo y otros, no pudieron jalar a los maestros a eso y no se hizo. El Parra señalaba en el escrito entre otras cosas, que no eran las mismas condiciones que en Culiacán, que en Guasave no se podía y, que esas posiciones no educaban políticamente a las masas. Fue la primera divergencia que tuvo con la Liga. Y, como dice Cástulo, a mi me parecieron correctas sus posiciones. Pero en Culiacán, dijeron que había que deslindar con ellos sin ningún miramiento. Y, al Greñas fue al único que jaló el Parra. Nosotros nos convencimos más con las otras concepciones. Fue de esa manera que se deslindó también a Rodrigo, a Othoniel.

 

Cástulo: Yo los atendía. No hubo un deslinde violento. Simplemente murió la relación.

 

Nosotros atendíamos, aparte del sector estudiantil, sector campesino, a vendedores ambulantes, empleados, veladores.

 

Camioneros

 

Melchor: Yo quisiera que contaras el caso del vendedor ambulante, Federico Higuera, y el otro caso, el del “pulpo” camionero en Guasave.

 

Andrés: Ese famoso pulpo, eran tres camiones.

 

Gonzalo: Ya que nos constituimos, que se deslindó al Parra y otras gentes, la Liga dijo, estos son los compañeros buenos que nos quedan. Empezamos a atender obreros agrícolas; veladores y trabajadores urbanos que jalaban, y a los estudiantes. Para entonces yo pasé al segundo año de prepa y fue cuando se dio un aumento del pasaje al transporte urbano, ahí en Guasave. El pulpo camionero que eran dos minibuses, creo. (Ríe, y ríen todos). Ahí en la prepa, ya recibíamos consigna de Culiacán. Esa escisión con Parra nos permitió ser un poco críticos ante las consignas que nos llegaban de Culiacán y no realizar todo, tal y como nos lo planteaban.

 

Cástulo: Ese fue un movimiento de masas (el camionero), Gonzalo, en donde recuerdo que tu llevabas una columna. (Se ríe y se ríe también Gonzalo). Fue cuando sacaste a los estudiantes de la preparatoria y desfilaron por la calle principal que va a la prepa y quemaron un camión.

 

Gonzalo: No. Eso fue cuando se tomó por asalto a la escuela secundaria Insurgentes y se robaron unos químicos. Anteriormente se quemaron, uno o dos camiones pero, fue por la cuestión del aumento ese, y como no cedían los pulpos se decidió quemarlos. En la prepa, se propuso en una asamblea, se nos hizo muy fácil y quemamos el primer camión que paso, y fue todo, fue como se paralizó el sistema de transporte urbano en Guasave.

 

Cástulo: (Dirigiéndose a Gonzalo). Se te va a abrir el expediente…

 

Gonzalo: Se me va abrir de volada (se ríe).

 

Entonces, los camioneros prefirieron retirar sus camiones de la circulación. En esos días llego un camión de la Escuela de Agricultura cargado de estudiantes de acá de Culiacán, enfermos que habían hecho una campaña por todos los campos agrícolas, politizando y repartiendo volantes. Los venia persiguiendo la policía y llegaron a Guasave y nos dejaron dos camiones (un minibús de una señora a quien se le devolvió posteriormente siendo un poco racionales, y el camión de agricultura); entonces, metimos el minibús a la prepa y el camión lo pusimos a funcionar prestando el servicio de transporte a la población para que la gente no se enojara mucho con nosotros. Ese fue todo el movimiento camionero.

 

Cástulo: No era muy difícil cambiar un pulpo por otro (ríe).

 

Gonzalo: Posteriormente había que recaudar materiales químicos para la elaboración de bombas, Stalin, ya no Molotov, la Stalin eran más sofisticadas. Se preparaban con acido sulfúrico y no sé qué otras cosas. En la preparatoria ya nos habíamos acabado estos materiales en experimentos. Hicimos una asamblea y planteamos ir a la secundaria Insurgentes y saquear los que hubiera. No queríamos matraces y artefactos. No. Únicamente químicos que pensábamos emplear en el campo, en brigadas campesinas que teníamos. Las armábamos con bombas, pues. En nuestras casas de seguridad las almacenábamos.

 

Esa vez, fuimos a la secundaria en masa. Tomamos dos camiones y nos fuimos a la secundaria. Eran acciones de masas, no de un comando de la Liga, y, andábamos como unas veinte gentes armadas. Yo dirigí toda la bronca para acabarla de chingar. Llegamos a la secundaria y cortamos los teléfonos. Esto fue en el 74, después del 16 de enero. El movimiento se iba acelerando a nivel estatal. Salió en los periódicos de Guasave, incluso.

 

Sidar

 

El movimiento estaba acelerado a nivel estatal, se habían dado enfrentamientos armados, como el 16 de enero en el campo, al que ya hicimos alusión aquí. Entramos a los laboratorios. Yo sabía que químicos debíamos sacar, repartí los frascos a los más cercanos, y, como buen capitán de barco, me quede hasta el último, y, venía con un galón, cuando me alcanzó un profesor de física al que le decían el “Copete loco”, y me agarro del cuello y vi que venían dos conserjes fortachones, y dije aquí me van a fregar. Entonces saque una pistola 38 especial que traía y se la puse en el pecho y pegó un saltote; Salí y pegamos la huida, yo traía las llaves del camión, así que me estaban esperando, llegue, y nos fuimos. Al llegar a la prepa, hicimos otra asamblea en la que ponderamos la acción revolucionaria de masas que habíamos realizado. Para entonces ya se había movilizado la policía y andaban buscando a los dirigentes, y los dirigentes pues, eran muy conocidos. Fácil, dijeron, pues es Gonzalo el que anda ahí, y “La Quirina” o “Karina”.

 

Andrés: ¿Era la soldadera de Gonzalo, o qué?

 

Gonzalo: Era la soldadera de Cástulo (ríe a carcajada y Cástulo también)

 

Cástulo: Eso se los platiqué a algunos compañeros del Buro; a David, que, era Salvador Corral Garoía, y le gustaba mucho  que le volviera a contar lo mismo.

 

Melchor: ¿Cómo se llamaba la “Quirina”?

 

Gonzalo: Oscar Sidar. No sé que otro apellido. Se hizo otra asamblea en la preparatoria y, ahí, ubicamos que la policía no iba a reprimir en masa a toda la gente, que iba a ser una represión selectiva, contra los miembros del Comité de Lucha, contra los que hablábamos en las asambleas, que no se atemorizaran. La policía tenía rodeado el edificio de la preparatoria mientras se realizaba la asamblea y nosotros estábamos todos cagados pensando, si corre la raza aquí nos van a masacrar. Pero la gente jalo muy bien. Aceptaron que saliéramos todos juntos, en una columna y nosotros adentro. Nos cabíamos de camisa. Nos protegieron. Ya adelante, como a la mitad de la colonia Ejidal se dio la desbandada.

 

Melchor: ¿Y la policía, no los molestó?

 

Gonzalo: La policía andaba rodeando al grupo y no sabía ni qué ondas. Y nosotros andábamos armados, dispuestos a cualquier bronca. Como había mucho monte en la colonia, yo me desaparecí como a las dos o tres cuadras.

 

Cástulo: ¿Usaste peluca?

 

Gonzalo: No. No traía peluca, ni nada de eso.

 

Melchor: Cuéntame más de Sidar. Parece que fue todo un personaje valeroso, andando en ese movimiento. ¿Es así?

 

Gonzalo: Así es, sin duda. Él era alumno de la prepa y, por la amistad que tenía con nosotros, desde cuando era taquero (ahora es médico), lo incorporamos al Comité de Lucha, yél no puso ningún pero. Una de las veces que detuvimos los camiones (creo que en la ocasión en que íbamos a la secundaria) el “Karina” sacó una pistola 45 y se la puso al chofer. Era conocidísimo en Guasave y luego supieron que él era.

 

Después que pasó lo de la Secundaria, tuvimos la audacia de elaborar un volante Cástulo y yo (según esto salió muy bueno) y al día siguiente lo repartimos en la misma escuela. En el ubicamos la acción y hacíamos un llamado a los estudiantes, principalmente a los de tercer año, y, hablando en contra de los maestros despóticos, entre ellos al “Copete loco”, en contra de este exageramos y le pusimos que era un porro de mierda y que había que ajusticiarlo. Desde entonces, ese maestro huyó de Guasave, y, yo creo que todavía no pasa ni por la carretera (risas).

 

La Liga, en Guasave, podemos decir que funcionaba, teníamos nuestras casas de seguridad, nuestra imprenta clandestina. Logramos, con toda esa represión que había, en un pueblo tan chico y tan conocidos como éramos. Los menos conocidos eran Cástulo y otros que habían venido de fuera. Ellos eran los que más andaban  de día. Nosotros salíamos a la calle, nada más de noche.

 

Esa vez, engrapamos en el monte los volantes, después que lo habíamos elaborado en una casa de seguridad. La Liga funcionaba en el Norte (Guasave, Los Mochis, etc.) porque se le daba respuesta inmediata a cualquier acontecimiento. Nosotros nos sentíamos muy chilos. Crecimos organizativamente.

 

La Liga funcionaba orgánicamente, de tal manera que al día siguiente de esa acción se repartieron volantes en la preparatoria, al pueblo y a todos los estudiantes de secundaria sin que la policía haya podido detener a un solo brigadista. Repartían de esa manera: por ejemplo, los camaradas miembros y no miembros del Comité de Lucha, iban a las terminales camioneras…  en sus morrales llevaban bombas Molotov y dispuestos a arrojarlas a cualquier patrulla policiaca en caso de que llegara. Y claro, dirigidos por una persona no armada. En ese sentido, nosotros en un momento pensamos que formábamos parte de un movimiento nuevo, y que la estábamos haciendo. Porque mirábamos cierto apoyo de la gente ¿no?

 

Gonzalo: (como tratando  de recordar algo, dirigiéndose a Melchor), ¿lo de la “Karina”, dices?

 

Melchor: ¿Cómo estuvo que lo apresaron y todo lo que sucedió? Cuéntame.

 

Gonzalo: Después de esas acciones, la policía empezó a tomar medidas mucho más serias, y así tenía que apresar a alguien ¿no? El más pendejo, pues, fue el “Karina” que era más liberal y se le hacía que no le iban a hacer nada. Lo tomaron preso, se lo llevaron en una camioneta verde, sin camisa a Guamúchil. Porque el “Karina” era uno de los que se había mandado a politizar el pueblo de Guamúchil, y allá habían realizado otra acción de camiones y habían quemado uno, o dos. Lo llevaron a Guamúchil, de allá era la orden de aprehensión. Las acciones que realizó en Guasave se la dejaron pasar, era conocido de los policías, y como que lo ignoraron.

 

Y al siguiente día se hizo un movimiento de masas y se acudió en camiones a Guamúchil y a rescatar al “Karina”. En esa ocasión, yo participe en la organización de ese movimiento, pero no participé directamente porque supuestamente estaba ya muy quemado, y, estaba cabrón que me exhibiera tanto. La misma organización, recomendó que no me expusiera demasiado, que ya andaba la policía sobre mí. Me acuerdo que asistíamos en esos días a reuniones del Comité de Lucha, armados con una escopeta cuata. Buenas armas traíamos como para sentirnos prepotentes en cualquier situación. Y ahí, la policía les dio una macaniza a todos los estudiantes. Me acuerdo que alcanzaron los camiones, y el “Karina” salió por la presión que ejerció ese movimiento. Porque metieron muchos estudiantes al bote, y la mayoría no tenían nada que ver. O porque se movieron los familiares, no sé, el caso es que el salió.

 

La dirección de la Liga le pidió una carta en la que informara de cómo había estado su detención. Tal vez para sacarle la sopa, a ver si no le habían sacado nada policiaco, y eso. El hizo la carta, en la que cuenta, así: “y me agarro el “Tailr” (el judicial, aquel bigotón), y me dijo “hasta que te agarramos “Quirina””. Se ríe y se ríen todos.

 

Cástulo: Es cierto.

 

Gonzalo: Y la raza allá de México, del Buró, se reía mucho, y más porque sabían que era un homosexual muy conocido acá.

 

Cástulo: Yo les platique a los batos. Cómo se carcajeaban. David, me acuerdo que tenía hasta cierto punto tu carácter.

 

Gonzalo: Había gente que sí sonreía, pues.

 

Melchor: (Dirigiéndose a Gonzalo) ¿Y cómo está  aquello de que los hacían redactar un volante, no tanto para saber cómo andaban en redacción, sino para sondearlos políticamente?

 

Gonzalo: Eso fue al inicio de la formación. Pero, a raíz de lo que decían del “Karina”, y todo lo demás. Esa dirección que había en Guasave, empezó a caerle bien a la gente del centro, porque se criticaba. Incluso, no teníamos miramientos en incorporar a gente aunque no fueran obreros. Por ejemplo, incorporamos al “Karina” sin oponer prejuicios, y esa onda. Pues, al inicio se planteó en una reunión que hiciéramos un volante a todos los nuevos que íbamos a ingresar a la organización; al Greñas, Parra, Rochín, Othoniel, y, pues, todos los volantes fueron incendiarios.

 

 

Tercera parte

 

Excepción

 

Andrés: Nadie quiso ser menos revolucionario.

 

Gonzalo: Exacto. Había eso que les digo, de que no dejaban pensar a uno. Llegaban a imponerte las ideas. Yo creo que al Chicano (era el que nos coordinaba en ese momento) también le hacían lo mismo. Era una pirámide. Eso de andar armados, se nos hacía muy “chilo”, muchos de nosotros andábamos entre los dieciocho y veinte años.

 

Todos los volantes eran incendiarios. Excepto el del Parra que era uno de los que más carburaban. Eran más analíticos. Me acuerdo que el mío decía que había que asaltar patrullas, con todos los ingredientes militares, etc. Y dijeron, esto está bien. Este morro si es bueno. Es aventado. Yo me acuerdo que escribí porque creí que eso era necesario. Pero, también pensaba en la lucha de masas y otras formas, abiertas. Pero no me atreví a decirlo por temor a no ser aceptado.

 

Melchor: ¿Por qué, si  en la Liga, en  los enfermos, yo notaba una especie de moralismo a ultranza, no pistiar, no ser mujeriego, etc.? Una  especie de “moral comunista” llevada al extremo –en parte, para expiar los pecados de lumpen, del origen, como tu decías–, por qué, repito, ustedes aceptaban en la Liga a un “Karina”, sin prejuicio alguno por su homosexualidad abierta.  A ver, ¿cómo explican eso?

 

Gonzalo: Bueno, me acuerdo uno de los compañeros dijo, a propósito de eso, en una ocasión: “un cabrón que es un desviado sexual, cómo va a tener una posición política correcta, seguramente va a ser un desviado político también. Yo le argumente: “bueno, pero si ese chavo se incorpora bien a las actividades, es alumno de la preparatoria y miembro del Comité de Lucha, y cumple bien con las actividades como cualquier otro muchacho, que no fuera homosexual, por qué no aceptarlo. Finalmente se aceptó.

 

Cástulo: Eras el machín de él, dice bromeando.

 

Melchor: ¿Fue una excepción a la regla, o era cosa común?

 

Cástulo: Era una excepción a la regla. Me acuerdo que nos visito Elmer Gutiérrez, un chavo del centro, nos visitó varias veces. El dio la opinión de que una persona que no es estable emocionalmente, menos va a ser estable políticamente. En esos días pasó a ser comisionado en esta zona, David Corral García. Era del buró central y era de los más cercanos y creo que tuvo participación en el secuestro de Garza Sada. Era una persona con formación y trato muy maduro. Este compañero preguntó mucho por Sidar. En las pláticas contábamos anécdotas acerca de él (de Sidar); eso, yo creo, habla de estos compañeros no estaban en una actitud  cerrada, sino de que eran más o menos tolerantes. Y no se opusieron.

 

Gonzalo: También, a pesar de que había cierto apoyo entre los estudiantes, se sentía un aislamiento. Entonces, mantener a Sidar, en ese sentido, era adquirir cierto apoyo entre los estudiantes. Pues, prácticamente la guerrilla era una guerra entre la policía y los guerrilleros, al margen de las masas. El “Karina” era valioso como relación. Nosotros planteamos: ese cabrón no va a ser un militante, sino una relación política. Por ejemplo, su casa sirvió para que Cástulo viviera ahí. Como refugiado. Fue el único crimen que cometió Cástulo y no hubo sangre. (Se ríen todos).

 

Andrés:¿La actitud de la Liga ante los homosexuales y los que fumaban mariguana era la misma?

 

Gonzalo: Producto del mismo aislamiento. Si mirábamos que el Greñas, por ejemplo, fumaba mota, pero nos daban su apoyo, su casa; los aceptábamos con cierto recelo. Porque la mariguana incluía el ser liberal etc. Pero como nosotros también nos la habíamos tronado, sabíamos que no era tan errado en realidad, para la creencia que había, que hay todavía. Nosotros no fumábamos porque andábamos armados y en un enfrentamiento era probable que en lugar de darle al blanco nos íbamos a dar a nosotros mismos.

 

Cástulo: Hay que destacar que lo de Sidar tuvo seriedad (no es que salga en su defensa) porque lo detuvieron y a nadie le puso el dedo. Lo torturaron se portó más firme que otros. No dijo nada a pesar de que sí sabía.

 

Gonzalo: Su detención demostró que nosotros teníamos razón. Por eso se le pidió al Sidar que hiciera esa carta.

 

Yo pasé a Los Mochis y allá tenía relación con paleteros, albañiles, sabatistas. Gente que nos ayudaba, aunque no fuera comunista. En casa de unos adventistas teníamos la imprenta por ejemplo. Al último, el “Karina” se retiró. Se sintió presionado tanto por la policía como por nosotros mismos.

 

Mandamiento

 

Melchor: Cuenta, Cástulo, todo a cerca de tu relación con el vendedor ambulante; la vez que te hirieron, etc.

 

Cástulo: Yo quiero hacer un reconocimiento a la forma tan valiente y decidida que participaron gentes que teníamos como ‘relación’ (porque creo, que cuando se tienen hijos y familia se requiere para hacerlo en esa forma tan desinteresada como lo hicieron). Ese es el caso de Federico Higuera, que en su casa siempre nos recibía en forma solidaria. Cuando le pedíamos la camioneta nos la proporcionaba sin impórtale para qué era. Sin embargo, nosotros no medíamos consecuencias. En su camioneta nos trasladamos de un domicilio a otro, con mimeógrafos y otros enseres, lo que ocasionó su detención.

 

En ese traslado, el compañero que guió la camioneta ni siquiera sabía manejar bien. Arrancó la camioneta sin encender las luces, y al pasar frente a un banco ejidal o algo así, nos siguió una patrulla y al llegar al río, a punto de alcanzarnos, abandonamos la camioneta sin importarnos qué consecuencias iba a traer. Total que dimos la huída. Me metí en una casa. Salí por el otro lado de la cuadra disparando contra la policía y en la corrida me hirieron en una pierna, era cuando la policía no estaba tan maleada y usaba pistolas veintidós, muy chicas. La bala entro y salió sin entrar en hueso, ni nada de gravedad y seguí corriendo. Atravesé Guasave corriendo y, al hacerlo, pasé exactamente por el palacio de gobierno, donde está la policía. La policía investigó quién era el dueño de la camioneta e inmediatamente dio con Federico Higuera. Fue detenido y torturado, y no nos denunció, se portó  firme, y todavía más, poco después caímos nosotros en la misma cárcel y no hubo ningún reclamo ni resentimiento. Lo considero parte de la lucha. Como se decía. Queremos reconocer esto, como así lo consideramos entonces, como algunas de las cosas sensibles y nobles que se presentaron.

 

Así, también, tuvimos otros compañeros que, a pesar de que ellos no tenían ninguna experiencia política, eran vendedores ambulantes, con familia, hacia lo que les pedíamos. Teníamos un vendedor de naranjas. Un vendedor de relojes, y muchos más.

 

A todos ellos los llamábamos a hacer un mandado y lo hacían, y yo pienso que, hasta ahí, su contribución hubiera sido muy importante, y sin embargo  le exigimos mas, y dieron más. Quisimos juntarlos con la gente del campo y lo hicimos. Hicimos reuniones juntos y los conminamos a realizar acciones; repartir volantes, e incluso hacer ensayos de bombas molotov y de otro tipo, y asistieron. Fuimos hasta los extremos con esa gente, y nunca se vio una flaqueza, nada.

 

Gonzalo: Yo creo que la policía nunca dio con nosotros hasta el final, porque en Guasave ha habido cierta tradición de lucha. Siempre ha habido movimientos en el campo. Creo, también que por eso había cierto apoyo de la gente para nosotros.

 

En Guasave, en la Liga estuvimos haciendo actividad política constante. Cuando había una acción en Culiacán, nosotros también hacíamos algo allá.

 

Melchor: En sus llamados documentos teóricos, no había más ruta que la de la Liga, ni más verdad que la suya, y seguros de saber todo y de ser los únicos revolucionaros,  despreciaban a los guerrilleros de Lucio Cabañas”, al “mediatizador reformista Salvador Allende”, y “al más grande traidor de América Latina, Fidel Castro”. Esto me recordaba aquella frase de Albert Camus: Aquellos que pretenden saberlo todo y resolverlo todo acaban siempre por matar”.  ¿Ustedes mataron en las acciones armadas?

 

Cástulo: No, yo lo que recuerdo es ese enfrentamiento del campo que ya señalamos antes. Y, otro que tuvimos en una casa de seguridad.

 

Melchor: ¿Cómo estuvo eso?

 

Cástulo: Íbamos a hacer una reunión ya muy noche. Nos disponíamos a trasladar de una casa a otra unos utensilios, cobijas y otras cosas. Esto era muy sospechoso.

 

Teníamos que cruzar un arrollo y el panteón. Nos siguió una patrulla, y mientras avanzábamos yo tomé la iniciativa de meternos a una casa. Para despistar a la patrulla, llegamos saludando a la gente de la casa como si fuéramos viejos conocidos o familiares que llegaban de algún viaje. La gente se sorprendió pero siguió saludando y mientras lo hacían les explicamos: nos viene siguiendo la policía, nos ha tomado por sospechosos, pero no se espanten, no hay problema, nos vamos a salir por atrás. Los policías se sorprendieron, pero no se retiraron, sino que dieron la vuelta a la cuadra y la siguieron dando. Nosotros acordamos dar la retirada. Entonces, yo no sé si era cuestión de lo militar, pero, yo salí disparando; entonces, un policía –creo que no le di, sino que pensó que así era– empezó a gritar: “ay, ay, mamacita linda, me pegaron”; pero no murió, y yo dejé de disparar y salimos, nos fuimos, ya no pasó nada.

 

Melchor: ¿No ejecutaron a nadie entonces?

 

Gonzalo: No. ¿Te acuerdas, Cástulo, cuando íbamos a desarmar a aquel policía que nos dio lástima? Era un viejito velador. Llegué con peluca, disfrazado, con el pretexto de pedirle un cerillo y ya que lo vi muy viejito y que la pistola era muy antigua decidí mejor dejarlo. El “no matarás”, fue el único mandamiento que por suerte no violamos. Bueno, cuando al fin me detuvo la policía, traía una pistola pesada en una funda hecha de la piel de un conejo. ¿Y esto?, me preguntó un policía, al ver la funda con el arma.. Pues eso, una pistola en la funda de un conejo que maté; fue lo único que pude matar, le dije. Era cierto. Y además, de chiripa, porque en vez de atinarle al blanco, en un entrenamiento, le di a ese conejo que andaba por ahí. Lo que me valió la felicitación del supervisor de la Liga, el bato creyó que lo había hecho a propósito.

 

Melchor: Narren la experiencia de cómo fueron aprehendidos y su estancia en la cárcel.

 

Gonzalo: Antes de eso hubo traslados de la Liga de Guasave a otras partes del estado y del país, debido a que en las prácticas militares que realizábamos hubo accidentes, y de compañeros que ya estaban muy quemados.

 

Las prácticas militares que hacíamos consistían en sacar la pistola con rapidez y apuntarse con ella, disque para acostumbrarse a ver un cañón de frente y no quedarse paralizado ante eso. Se exageraba tanto la cuestión militar, que en una reunión que tuvieron los compañeros, estaban esperando a Amador que era el único que faltaba, y al tocar la puerta, ese compañero que estuvo con Cástulo en el enfrentamiento la volvió a regar, y ahora que no debía disparar lo hizo e hirió a Amador en un hombro con una 45. Esto fue algo que nos metió en un problema porque los que estábamos ahí ninguno sabía siquiera primeros auxilios.

 

Melchor: ¿Y por qué disparó?

 

Cástulo: Es que teníamos la consigna de traer siempre la pistola con tiro montado con lo que se conoce como “seguro militar”. Al llegar Amador, le pidió que se identificara con la 45 en la mano y se le fue el tiro.

 

Melchor: ¿No leyeron libros como La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo,de Lenin?

 

Gonzalo: No. Leíamos el ¿Qué hacer? Nos daban una guía de estudio. Eran las lecturas que la Liga consideraba necesario que leyera todo militante. Nunca incluyó La enfermedad infantil, de Lenin.

 

Melchor: Más que de Lenin, eran seguidores del camarada Pol Pot.

 

Cástulo: Había la consigna de leer  El capital, esta cabrón, es una pendejada. Era tan restringida la libertad en la Liga que nos querían prohibir fumar. Se argumentaba que era una desviación burguesa y que en alguna correteada de la policía no íbamos a tener resistencia para correr. Eso se planteo a raíz del 16 de enero en que mucha gente dejó de fumar porque no la andaban haciendo (se ríe y se ríen todos).

Esas eran mamadas de los militaristas, aunque había gentes como por ejemplo, Salas Obregón, que creo que en reuniones decía, “bueno, hay que echarnos unas dos o tres cervecitas para que les duela aquí a los milicos”, quería con ello, romper la rigidez y la idea de que una pinche cerveza es burguesa.

 

Cástulo: (Dirigiéndose a Gonzalo) te acuerdas que usábamos bicicleta; tú sabes, Guasave es  un pueblo bicicletero. Esta es una anécdota como para no dormirnos; resulta que una vez, Gonzalo llevaba al Chicano (esto fue en Mochis) y a otro en una bicicleta, por terracería y hubo un momento en que no pudo mantener el equilibrio cayeron a un charco (uno iba “clavado”); entonces se encabronó el Chicano y lo ubicó políticamente.

 

Gonzalo: “Bueno, compañero, ya ubique el lugar, dijo, y esto puede deberse a una desviación pequeñoburguesa de Javier”. Nosotros en la cuestión de las casas de seguridad, teníamos una casa para vivir, otra para hacer reuniones y otra de alguna relación por si nos caía la chota en una tener donde dormir. Más o menos funcionaba la cuestión de la clandestinidad, prueba de ello es que no nos agarraron en ninguna casa, sino en acciones de la calle. Esa vez que llevaba al Chicano, lo llevaba a una cabañita que era precisamente para reuniones, si se quemaba no había tanto problema, pero, siempre había que cuidarla.

 

Entonces, el Chicano ubicó la región en donde estaba y dijo que eso lo íbamos a discutir posteriormente. Nosotros íbamos a reunirnos para analizar la configuración de clase y las condiciones de esa región. Al otro día se iba a ocupar esa posición mía. En ese momento me mandaron a mí a comprar unos atunes para cenar a una tiendita cercana. Sabían que iba a regresar a la cabaña, y tardó el tiempo indicado y al tocar la puerta digo la clave, pero, al acudir a abrir la puerta se le sale un tiro al Chicano; y esa fue mi defensa, porque su actitud también era pequeñoburguesa y policiaca.

 

Melchor: Cástulo, decías que algunos afirmaban: “si yo me desvío ajustícienme” y otras cosas; explícame esos rasgos de fanatismo.

 

Cástulo: Eso fue promovido desde las esferas más altas de dirección. Se decía que la organización de fortalece depurándose. Esto fue cuando el caso del Cuestínculo. Se decía: la organización necesita fortalecerse, entonces, hay que detectar las posiciones pequeñoburguesas para depurarlas. Entonces, era una búsqueda innecesaria de posiciones oportunistas. Yo fu invitado para pasar a formar parte del Comité Regional, pero argumente que no tenía el nivel. Asistí a una reunión nada más; consideraron mi opinión. Resulta que a la gente que era del comité regional la llamaron a una reunión con Ignacio Salas Obregón en la que tenían que hacer unos escritos manifestando su posición. De ahí, varios salieron muy mal, muy mal; recuerdo el caso de Guerra Ochoa, que hizo un escrito y lo empezaron a ubicar de tal manera que a su regreso solo recogió sus chivas y se fue; otro fue Ángel Gutiérrez; casi todo mundo que fue de aquí. El documento era para buscar elementos, para buscar el deslinde. Pero ¿qué era eso para los militantes? ¿Cuál era su actitud? Todos decían yo no tengo ninguna culpa. Si yo tengo alguna culpa yo mismo pido mi ajusticiamiento.

 

Melchor: Eso, por cierto, no es nuevo en la historia. Por eso es impresionante el izquierdismo en Sinaloa. Es la repetición casi exacta no solamente de los actos, sino de los planteamientos y hasta de las palabras. Todo este ambiente que predominó en la enfermedad en Sinaloa era el ambiente y la táctica que predomino en stalinismo. Y les hacían hacer lo mismo a sus víctimas: escriba su “confesión militante” y  por cualquier frase que encontraban en ese escrito los condenaban. Decían: aquí se les escapó una frase que indicaba que representa intereses de tal sector o grupo y por ahí se le iban y lo chingaban, y todo eso devino en las grandes purgas.

 

Cástulo: Al que le agarraron una frase fue a Ángel Gutiérrez; el daba una opinión y no la terminaba, dejaba inconclusa la idea; entonces, le preguntaron: ¿qué quieres decir con eso? Y no supo contestar y con eso tuvo.

 

Melchor: En el stalinismo le preguntaban a un escritor: ¿Y usted para quién trabaja? “Yo trabajo para el gobierno soviético”, contestaba el escritor. No, le contestaba el comisario, usted trabaja para el pueblo. Le faltó ponerle así, o ponerle para el gobierno revolucionario, en fin. Era la locura.

 

Cástulo: Era algo parecido. Me acuerdo que los escritos eran rápidamente censurados si no decían, lucha “político-militar”. Es decir, no podía separarse una cosa de la otra. El ingrediente que se había incluido era el ingrediente militar.

 

Melchor: ¿Para quién trabajas? Preguntaba el comisario. Para la revolución, contestaba el interpelado. Para el gobierno, corregía el comisario. Si hubiera dicho para el gobierno, el comisario hubiera corregido en sentido inverso. Se trataba de depurarlo. En alguna actitud estaba el germen de la desviación. Y, además esto tenía una argumentación: nadie escapa a la lucha de clases, decían. Lo de los chinos, por ejemplo, fue una gran enfermedad. Como nada escapa a la lucha de clases, decía Mao, cualquier actitud tenía que representar algo. Tu posición tenía que obedecer al interés de alguna clase. Era lo mismo que ocurría en la Liga. Repeticiones de la historia.

 

Andrés: ¿y qué sienten ustedes cuando se habla mal de “Los enfermos”?

 

Cástulo: Yo creo que no es correcto hablar de los enfermos como de una gente desviada, muy a la ligera, yo creo que fue un fenómeno, en el que se dieron casos de mucha consecuencia. Fueron, eso sí, un caso de desviación política. Yo pienso –coincido con otra gente que lo ha dicho– que tuvo su justificación moral en la represión; pienso que tal vez la izquierda en general, no supo dar una alternativa apropiada. Principalmente esos dos factores. Entonces, la enfermedad tuvo sus raíces, no fue algo que se trasplantó como otros fenómenos, sino algo que surgió precisamente de un movimiento (porque aquí tuvo características muy especiales, no fue como en otras partes del país). Aquí no se falsea la realidad cuando se dice que participaron contingentes –y así fue – en el campo y en el sector estudiantil. Que fue un movimiento que tronó, pues eso si es cierto.

 

Yo no estoy de acuerdo cuando se dice que fue un movimiento de locos. Si fue un movimiento equivocado políticamente e históricamente.

 

Andrés: ¿No coinciden en que fue un movimiento enfermo, entonces?

 

Cástulo: Políticamente sí.

 

 ‘Masas’

 

Melchor: Me interesa dilucidar una cosa: cuando se habla del movimiento enfermo, de la Liga aquí; cuando se dice que el movimiento de aquí fue el movimiento de masas (ya no digamos que el más importante). ¿Tú consideras que fue un movimiento de masas?

 

Cástulo: Sí.

 

Melchor: ¿Por qué?

 

Cástulo: Porque participaron masas del sector estudiantil y campesino. Obreros agrícolas.

 

Melchor: ¿Cómo se puede hablar de movimientos estudiantiles únicamente cuando los estudiantes se expresan como sector, cuando el movimiento estudiantil no tiene existencia si no es movimiento de masas, como sí lo el que sacó de la rectoría Gonzalo  Armienta? Y se dieron casos de alianzas del movimiento estudiantil com otros movimientos, lo que ya es otra cosa ¿no?

 

Gonzalo: Sí, un caso de esta famosa alianza: cuando la policía tiene cercado El Tajito, los estudiantes, en Culiacán, hacen una manifestación en la que rompen vidrios, saquean comercios, etc. La hacen las masas en forma multitudinaria que obliga, incluso, a la policía que esta cercando El Tajito a desviar sus fuerzas para venir aquí a reprimir a los estudiantes. Los estudiantes ahí, prestaron a los campesinos una solidaridad muy afectiva a los campesinos porque la prestaron como movimiento no como grupos estudiantiles.

 

Melchor: Ahí tienes. ¿No vino el movimiento enfermo a quebrar un movimiento de masas muy importante que dirigía la FEUS, que dirigía a la mayoría de los estudiantes? Cuando se presenta el fenómeno de los enfermos, sus acciones dispersaron a los estudiantes, les quitó su organización, se la llevó a clandestinidad. ¿No es fue contrasentido que a una organización como la FEUS la hicieran masar a la clandestinidad?¿No les bareceabsurso que una organización que dirigía un movimiento de masas se vlviera clandestina? ¿Entonces entonces en donde quedaron las masas, y cómo podían ser dirigidas desde la clandestinidad?¿Con qué representatividad? La Co.Co. (Comisión Coordinadora de la FEUS) se va a la clandestinidad y los estudiantes qué hacen, en qué participan?De octubre del 72 cuando la Co.Co. se va a la clandestinidad ya no se puede hablar de movimiento estudiantil, porque los estudiantes masivamente ya no se expresan en ningún lado. ¿No fue así?

 

Gonzalo: (interrumpiendo a Melchor) al principio si fue un movimiento de masas el movimiento de los enfermos aquí.

 

Melchor: Convengo en que los enfermos al principio son un movimiento que tiene influencia en las masas, sobre todo en los estudiantes de preparatoria, más que en otro sector. Porque incluso las escuelas profesionales se manifestaron en contra del movimiento enfermo. Pero el sector de preparatoria son los que se convierten en militantes de “Los enfermos”, gente activa, lo que se llamaban los activistas.

 

Los enfermos logran ganar influencia en este sector y con esa fuerza actúan. Imponen decisiones. Por ejemplo, cuando la comisión de estudiantes de la dirección de la FEUS fue a negociar con el gobierno y los transportistas, que fue el acuerdo mayoritario; en el momento en que los enfermos pierden la votación, se salen varios de ellos de la asamblea y dan de inmediato la orden de que empiecen a quemar camiones, violando el acuerdo de la FEUS. Hacían esto porque a pesar de que estaban en minoría, sabían que tenían fuerza en las preparatorias. Es como lo que ocurre ahora; nadie tiene la presentación del movimiento estudiantil, sin embargo, los de las casas del estudiante imponen decisiones sobre el resto de los estudiantes, porque es el sector activo, aunque sean minoría, porque lo son. Sumados todos los estudiantes de todas las casas, son muchos menos que la totalidad de los estudiantes. Sin embargo, imponen decisiones a nombre del movimiento estudiantil. Como quien dice: minorías duras se imponen a mayorías blandas.

 

Eso paso con los enfermos; por tener el apoyo de una minoría se abrogaron la representación de a mayoría, pero, los resultados finales son que, cuando se van a la clandestinidad y sigue toda esta política de “Los enfermos” no se expresa mas la mayoría de los estudiantes, ni siquiera grandes contingentes, no se expresan.

 

Gonzalo: Fue lo que pasó en Guasave, también, al principio se movían contingentes de estudiantes, ya, después que empezó la represión y las posiciones más aceleradas, ya las masas no jalaron, miraron cierta locura.

 

Melchor: Quiero fastidiarlos. A ver, no puede hablarse en rigor de “Los enfermos” como de un movimiento de masas, sino que tuvieron influencia en ciertos sectores minoritarios de esas masas, incluso en los campesinos.

 

En el campo, por ejemplo, no me digas, que tuvieron influencia de masas entre los campesinos, porque entonces si se hubiera hecho cuando menos una revuelta importante. Lo que tenían eran simpatías porque se trataba del sector más jodido de la sociedad que tiene simpatía por el que se les acerque. Iban los enfermos y con ellos tenían esa solidaridad moral, y práctica a veces. Entonces, sospecho que dentro de los campesinos eran sectores muy minoritarios los que simpatizaban con los enfermos incluso en el caso de El Tajito.

 

Gonzalo: Nosotros teníamos influencia en el sector del agrícola, esporádicamente se incorporaban en las acciones que se hacían. No era un movimiento de masas permanente. Por eso no estoy de acuerdo en que se refiera a este movimiento como de masas. Las veces que se movilizaron los campesinos –como el 16 de enero– fue espontáneamente no precisamente por que tuviéramos organizados a esos campesinos a través de nuestra política, sino porque la crisis misma del país los obliga a manifestarse en un momento determinado. A destruir parte de los empaques, y ahí mismo en el jolgorio manifestarse con coraje todos los campesinos. Me acuerdo que en una repartiza de volantes que hicimos una noche en el valle agrícola de Guasave, lo hicimos de noche porque estaba muy vigilado por el ejército y la policía. Dejamos por todos los surcos los volantes, y en la mañana al entrar a trabajar se los encontraron los cortadores y decidieron parar el trabajo, espontáneamente mientras leían los volantes. Esto lo cuento porque ahí andaba una brigada campesina nuestra que había ido a cortar algodón para ver cómo reaccionaba la gente. No hablaron porque no les convenía descubrirse.

 

Melchor: Ni la Liga, como dicen algunos, que vino de fuera, ni la enfermedad que fue creada por ella. Ni creo tampoco como dice la versión según la cual a “Los enfermos” los habría creado la policía, que el mismo gobierno se encargó de infiltrarlo –hubo infiltraciones de agentes desde luego, pero no decidieron nada–. Lo que digo es que la singularidad de “Los enfermos” además de lo que te acabo de decir, estuvo y por eso prendió aquí, en que lograron influencia política en ciertos sectores; lo que la Liga no logró en ninguna parte del país, “Los enfermos” lo lograron aquí.

 

Cástulo: Eso precisamente hizo que la Liga en un momento determinado se declarara enferma. Habían contraído el virus de los enfermos de Sinaloa.

 

Melchor: Exacto. Era el bastión más fuerte de la Liga. Porque ella fue producto de elucubraciones teóricas y políticas. No nació de ningún movimiento de masas, como en el caso del movimiento de Genaro Vázquez, y por eso se mantuvo tanto tiempo. “Los enfermos” nacieron en un movimiento de masas. El movimiento estudiantil contra Armienta y todo eso. Nacieron en el seno de este movimiento pero lo perdieron y lo quebraron.

 

Gonzalo: Habla un poco, Cástulo, del nacimiento de la Liga y cómo Los Enfermos se conectaron con esa organización.

 

Cástulo: Desconozco los detalles al respecto porque eso era manejado a muy alto nivel, y nosotros éramos nadamás activistas de la casa del estudiante y del Comité de Lucha de Química. Quienes tenían una relación directa eran los miembros de la Comisión Coordinadora de la FEUS. Pero sé que hubo gente de la Liga aquí que tuvieron entrevistas con Camilo, con Salinas. Que ya empezaba a circular el primer número de Madera, desde antes de que se fundara la Liga. Que hubo reuniones previas y que se llegó a la formación. Detalles, datos, fechas, no los conozco. Pero sí que algunas gentes de aquí tuvieron pláticas con los principales dirigentes fundando esa organización. Hubo discusión. La Liga discutió con los diferentes grupos armados. Hubo un escrito base, creo que el Madera uno, sobre ese documento base giró la discusión de las diferentes tendencias armadas y los diferentes grupos estudiantiles que se manifestaban. Entonces, la unión de ellos configuró la Liga Comunista.

 

Gonzalo: Pero, a partir del rompimiento aquí, con lo del movimiento camionero, “Los enfermos” recibían ya consigna de la Liga, pero no era Liga todavía ya, sino Organización Partidaria.

 

–Melchor: Eso fue antes de la aparición de la Tesis de la Universidad fábrica. ¿La elaboró la Liga directamente?

 

Cástulo: Si. La elaboró uno de Jalisco, el “Sebas” que le decían. Era uno de los teóricos. Si. Se llamaba la OP, en esas discusiones previas. Después, se llegó a la formación oficial de la Liga y se dio a conocer públicamente el 23 de Septiembre de 1974.

 

Gonzalo: Es cierto lo que dice Melchor, de que “Los enfermos” de un movimiento de masas degenero en un movimiento de grupo, nada más. Porque yo me acuerdo que me trasladaba a Los Mochis de manera espontánea, sin ningún contacto. Llegaba a rentar una casa y a buscar contacto con campesinos, con albañiles; porque a los albañiles los considerábamos de los avanzados de la clase obrera, y esa zona del Valle del fuerte donde está la cementera la considerábamos un punto estratégico, y empezamos a trabajar con ellos. Pero casi ni nos pelaban, les repartíamos volantes y alguno que otro que se incorporaba lo nucleábamos como miembro de la Liga, pero, ni en la cementera de El fuerte, ni en Los Mochis con los obreros de la construcción, ni los ferrocarriles se dio movimiento de masas alguno. Ni siquiera en el ingenio, porque a los más que llegábamos nosotros era a repartir volantes de la Liga ahí, y, pues, no teníamos ninguna respuesta de los trabajadores.

 

Cástulo: Lo de masas, pues, es relativo, depende cómo se haga la comparación. Pero, yo creo que en un principio sí se movieron contingentes. Lo que sí acepto es que el movimiento fue perdiendo base social, y esto fue precisamente porque se le llevó a una aventura. Hay un caso muy palpable. El 16 de enero se hicieron acciones simultáneas; hace el movimiento estudiantil una acción importante, unos seis mil se movilizaron. El movimiento de los obreros de la construcción paraliza las actividades en INFONAVIT, para entonces, ya había un Comité Obrero que tenia células y ese Comité dirigió a los albañiles. Ellos tomaron autobuses y en asamblea se planteó la actividad que se realizaría en el campo y se propone generalizar eso. Se van a Recursos Hidráulicos, y afortunadamente en el paso a desnivel de la carretera internacional aún no había soldados; creo que ahí desarman a un guardia nada más. En recursos expropian todas las armas que por cierto todas eran potentes como para deshacer un riel. De ahí se van al centro de la ciudad y desafían a patrullas policiacas y gritan consignas. Sienten que están haciendo la revolución, ahí. Se da la retirada al monte, se van y ahí entierran las armas y se dispersan.

 

En la dirección nacional se dijo que erróneamente se depusieron las armas en ese momento. Que en lugar de haberlas enterrado en el monte, lo que debió hacerse era aprovechar la vitalidad revolucionaria de las masas pues estas no pidieron que se enterraran, sino que fue iniciativa de los diligentes y lo que había que hacer era seguir expropiando y seguir ajusticiando policías. Eso era una aventura. Razón por la cual empezó a perder base social el movimiento enfermo. De ahí surgieron otras cosas importantes. Resulta que los compañeros del Comité Obrero, cayeron a la cárcel, y por esas fechas ya estaba circulando un volante en el que la dirección nacional los consideraba unos pillos, precisamente por haber frustrado la “actividad creativa de las masas” como se decía entonces, casi nada más los estaban esperando en la cárcel para deslindarlos. Cayeron en la cárcel, y, entonces, Camilo y esa gente que los seguían ahí, “El aperturito” y otros, dan el deslinde con estos compañeros con base en ese escrito de la dirección nacional. Los consideran unos pillos y los deslindan.

 

Y no sólo los deslindan, sino como una “medida de seguridad para que no vayan a poner el dedo”,  les ponen guardias ahí mismo en la cárcel. Es decir, estaban en la cárcel dentro de la cárcel. Llevaron a los extremos la disciplina impuesta por la Liga.  Sencillamente, por olvidar el jabón en el baño después de bañarse se consideraba una actitud pequeñoburguesa.

 

Melchor: Algo más sobre el ‘movimiento de masas’. El movimiento de la Liga, aquí en Sinaloa, en ningún momento el gobierno se vio amenazado, mucho menos al sistema, el Estado en su conjunto. Para el gobierno fue problema simplemente policiaco. En relación con Sinaloa, que fue en donde el movimiento tuvo alguna influencia en algunos sectores, tampoco significó un peligro real ni para el gobierno de Valdez Montoya, mucho menos para la estructura política del país. Por el contrario, nosotros notamos tolerancia del gobierno en ciertos momentos hacia la actividad de los enfermos mientras estuvo enmarcada dentro de la universidad, y, una vez cuando se fueron a hacer acciones como esas que ustedes señalan, fue cuando les dio en la madre. Y al parecer no le fue difícil hacerlo. El movimiento enfermo con toda su influencia en algunos sectores en Sinaloa, fue prácticamente eliminado en tiempo minino. ¿Cómo podía tratarse de  un movimiento de masas realmente? Si lo hubiera sido no lo habrían acabado tan pronto.

 

Cástulo: El aislamiento fue propio del movimiento enfermo. El desmembramiento se dio ya cuando el movimiento estaba aislado. En lo que insisto yo, Melchor, es en que en un principio, por meses, este movimiento sí tuvo apoyo de contingentes, que después fue perdiendo y fue presa de sus propias contradicciones, y así fue más fácil derrotarlo.

 

Melchor: Por ejemplo, los movimientos de masas que se ha registrado en el estado que han hecho daño, porque todas las expropiaciones, la quema de camiones, el saqueo de comercios y todo lo que implicara “destruir al capital en todas sus ramas”, yo digo que apenas fue un leve rasguño al capitalismo. Como sí afectó de algún modo al capital y a los intereses del gobierno un movimiento de masas como el de 1969 de los colonos, o el del 70 y el 72 contra Armienta.

 

Estos movimientos realmente de masas afectaron verdaderamente a la política, cuando menos en la esfera del gobierno, lo obligaron a derogar un impuesto, y en el caso del gobierno federal, que fue obligado a quitar a un rector que fue impuesto como Armienta. En cambio, el movimiento enfermo no logró nada de esto. Sino por el contrario. Yo no sé si sea muy derechista afirmar que no solamente el movimiento enfermo y el de la Liga ya no sólo en Sinaloa, no afecto en nada a las estructuras políticas y del sistema, sino que incluso ayudó a fortalecer a la derecha.

 

Cástulo: Recuerdo que nos sentamos a discutir en la cárcel la forma más efectiva de educación a las masas y adoptamos lo que afirma Lenin, quien dice que a través de la denuncia. Pero, nosotros, cómo hacer denuncias de hechos que estaban en boca de la gente si no estábamos presentes, si nos habíamos marginado, bueno, entonces, lo que debíamos de hacer era retornar a las masas. Participar en organizaciones políticas. Regresar de todo eso que fue el aislamiento de la clandestinidad, etc.… retornar a las masas y participar en cosas concretas, hacer denuncias, que es la forma más efectiva de educación. Porque no podemos hacer una revolución si antes no educamos a la gente.

 

Melchor: Yo hablé de resultados concretos y con esto no quiero decir, por tanto: los de la Liga eran de derecha, lo cual no es cierto. Es como aquellos que nos acusan dentro del PSUM a los que decimos que en la URSS no hay libertad, que hay represión, y, como la derecha dice lo mismo, ¡ah! entonces Melchor es de derecha. Es el mismo maniqueísmo. Por ejemplo, nosotros podemos estar a favor de la paz mundial o a favor de la vacuna contra el cáncer y una fascista también puede estarlo y eso no te hace fascista a ti porque coincidas con él.

 

Cástulo: Hubo intento por retornar a las masas pero no cuajó bien. Después de pasar a la clandestinidad se dijo que había que tener representante de masas, eso se planteó en un documento llamado La táctica, que hablaba de la organización. Se planteaba un esquema organizativo, pero que los comités debían ser electos democráticamente. Sin embargo, los que se siguieron manifestando fueron los activos.

 

Gonzalo: Oye, Cástulo, pero, a raíz de estos movimientos que “Los enfermos” hicimos aquí en Sinaloa, hay que señalar cómo las consignas de la Liga fueron degenerando. Sin analizar las condiciones concretas, el primero de mayo se llamó a la “guerra civil revolucionaria”, y antes de eso, el 16 de enero de 1974, la Liga había convocado a la “insurrección general”;después se lanzó otra consigna que no recuerdo. Pero en ese primero de mayo de 1974 se proclamó: “levantemos en alto la bandera de la guerra civil revolucionaria” a nivel nacional. En mi caso, en Los Mochis, en donde ya teníamos contacto con obreros, habíamos ubicado centro de trabajo; repartimos ese documento, pero pura madre quisimos proclamar nada. Repartimos el documento y huimos porque no podíamos hacer un mitin. Se trataba de hacer otro 16 de enero pero a nivel nacional; levantar el mayor contingente de trabajadores y llamarlos a la “guerra civil revolucionaria”, a saquear comercios, tomar palacios, etc.; pero era una locura de la dirección nacional porque no analizaba las condiciones de cada región. Los dirigentes de la Liga hacían ese llamado general, como si hubiera una gran agitación en todas  partes, cuando los únicos agitados eran ellos. Eso llevó a una represión nacional por parte del gobierno y fue cuando cayeron dirigentes en todos lados. Y fue cuando la Liga de desmembró porque cayó bastante gente, porque muchos hicieron mítines y lanzaron la consigna como se había ordenado.

 

Cástulo: Cuando los obreros preguntaban: ¿a la guerra?, cómo, cuándo, con qué armas, nosotros les decíamos que estábamos en la primera etapa, pero que había que generalizarla.

 

Gonzalo: Parece ser que se hizo cronológicamente, con fechas, por ejemplo, hoy 16 de enero, vamos a llamar a la insurrección, el primero de mayo a la guerra civil, y para agosto ya nos aventamos la revolución y para septiembre ya vencimos a la burguesía de este país, como algo inminente. Después de ese llamado hubo muchas detenciones y ya no hubo más, porque se empezó a reconsiderar si la consigna de la toma del poder era permanente. Pero, por ejemplo, yo como militante ya empezaba a dudar,  miraba cierta locura porque no se ubicaba la acción en las condiciones reales. Decíamos, pero aquí en la cementera de El Fuerte, cómo vamos a hacer esto.

 

Fue cuando empezamos a tener reuniones con coordinadores y a cuestionar a la dirección. Dábamos la información de que los obreros no nos pelaban y les preguntábamos que hacemos entonces. A raíz de estas acciones empezaron las escisiones a nivel nacional. Yo pienso que la dirección nacional, con Salas Obregón a la cabeza, estaba alucinada. ¿Cómo la ves tú, Cástulo?

 

Cástulo: Yo pienso que fue un momento culminante de la desviación y que se manifestó en choque con la realidad al hacer ese llamado. El golpe fue fuerte. No pegó la consigna, hubo un rechazo de los trabajadores.

 

Melchor: A mí me da la impresión de que el gobierno lo tuvo todo controlado, como que no tuvo necesidad siquiera de pedirle ayuda al ejército como institución, todo lo redujo a un problema de policía.

 

Gonzalo: No sé, pero, para estas fechas la Liga ya estaba bien infiltrada, de tal manera que muchos que llamaron a la insurrección general eran provocadores. Y lo hicieron precisamente para provocar muertes entre los obreros y dispersión del movimiento. Creo que otros muchos no caímos en esa táctica. La única revolución que empezó enseguida, fue dentro de la Liga; mucha gente empezó a plantear reducir las cuestiones militares y volver al movimiento de masas y, ahí, también, empezaron las escisiones; por cierto, los últimos en escindirse fueron los enfermos de Sinaloa.

 

Melchor: Yo me pongo a pensar, Cástulo; cuando un movimiento cualquiera que este sea pone en peligro al gobierno o en jaque,  o siquiera que constituya problema grave para él, entonces manda al ejercito a reprimir, no basta la policía, eso ocurrió en 1968, en este movimiento no le bastaba la policía para contenerlo, entonces tuvo que mandar al ejercito, no tuvo otra salida. El ejército es el último recurso.

A la Liga, creo, no la derrotó solamente la represión sino sus acciones enloquecidas, sus contradicciones internas, sus famosos deslindes, escisiones y ejecuciones.

 

Pero ¿por qué no nos narran cómo fueron aprehendidos, su experiencia en la cárcel y esso de que después de la muerte de Guevara, empezaron a hablar de nuevos ajusticiamientos?

Cuarta parte

 

Ajusticiarlos

 

Gonzalo: Estábamos en Guasave y nos llego un volante que decía que las masas habían ajusticiado a un perro burgués llamado Carlos Humberto Guevara y que, por otro lado había caído en simple enfermo. Ubicaba la acción como un enfrentamiento entre la revolución y la burguesía. Ese documento nosotros lo repartimos. La cuestión es que ahora me doy cuenta que la información era falsa incluso la información política. Decían allá tenemos el apoyo total, y era falso. Luego se nos informó, a mi y a otro grupo de compañeros, que, a raíz de esto se había dado luz verde para ajusticiar a todos los “chemones”(grupo universitario José María Morelos) y a todos los reformistas pescados, entre ellos, a Liberato, Melchor, Coruco(César Velázquez Robles)y otros. A mí, en particular, me dijeron (el chicano), que no te caiga de sorpresa si a tu carnal se le ajusticia, te avisamos nada más para que sepas. No es cierto que me hayan dicho: tu como prueba vas a matar a tu carnal. Eso se sacó como broma después. En esos días llego un dirigente nacional de la Liga, creo que fue Hirales Moran, no estoy muy seguro, pero creo que ese fue.

 

Un primo de este Hirales fue el que propuso el ajusticiamiento de todos ustedes, y, creo que Escamilla Lira fue el que dijo que no, que, en todo caso fueran las masas las que los lincharan. Hay que mover a las masas para que sean ellas las que los ajusticien, no nos vamos a agarrar al tú por tú con ellos. Dijo. Y así fue como los comando que estaban preparados para el trabajito no activaron; gracias a ese cabrón que fue más lúcido.

 

No se negó el ajusticiamiento, lo que se hizo fue darle otra variante, se planteó pero como acción de masas. Si ven por ahí a Melchor o a Liberato, hay que echarles a un grupo, ese grupo podía ser de unos diez cabrones o más y luego decir que fueron las masas los que los ajusticiaron, aunque fuera un comité de lucha nada más. Lo que se quería era un pretexto, nada más. Para que el volante que se hiciera después no dijera que había sido un comando armado el que los ajustició. En Monterrey, un chavo acusado de chota político fue asesinado por un comando armado con un niño en los brazos. Porque los oportunistas o los demócratas como les llamábamos eran también chotas políticos en potencia y no con credencial. Simplemente tener  una posición reformista ya era ser policía.

 

–Cástulo: Era lo que señalaba hace un rato. Alguien por ser oportunista era traidor, todo traidor merecía ser ajusticiado.

 

Caída

 

Melchor: Bien ¿Cómo fueron aprehendidos y cuál fue su experiencia en la cárcel?

 

Gonzalo: Hay que hacerlo cronológicamente. Yo fui el último mohicano. Erga, dije, todo mundo todo mundo está en el bote, yo soy el único que anda afuera como loco. Que me detengan, dije. Hasta mi vieja estaba en el bote. Y me detuvieron el 7 de diciembre, creo, de 1974.

 

Melchor: ¿Cómo fue en el caso de ustedes?

 

Gonzalo: Resulta que se sacó un documento que iba a ser destinado al campo. Eran los meses de junio, julio, en el apogeo de la cosecha del algodón. Entonces, el documento iba a ser un llamamiento a los obreros agrícolas. Pero en eso llego la noticia de que habían matado a Amador en un enfrentamiento en Mazatlán. En una acción ante unos obreros de la construcción, repartió un volante y llamó a la “guerra civil revolucionaria” y en eso llegó la policía y en el enfrentamiento fue herido y muerto.

 

Entonces, el volante se suspendió para incluir la información de la muerte de Amador. El volante lo estaba haciendo Cástulo y Marisela en una casa de seguridad cuando les cae la policía y los detiene. Pero antes habían detenido a Sergio Rocha y a otro compañero que venía de comprar hojas y pusieron el dedo;  antes de eso, Cástulo y yo nos metimos a un canal y nos pusimos de acuerdo en que yo me encargaría del volante porque la brigada que estaba en Los Mochis y lo íbamos a distribuir en toda esa región. Bueno, nos vemos pasado mañana para entregarte los 15 mil volantes, me dijo Cástulo.  Y resulta que a los dos días leo la noticia de que los detuvieron mientras lo elaboraban. Entonces, la brigada de Los Mochis, lo volvimos a reproducir nomás agregando los nombres de ellos. (Se ríen). Fue cuando le dije al camarada que estaba conmigo haciéndolo: oye, loco, y que tal si nos detienen a nosotros quién chingados va a volver a sacar el volante, ¿Por qué no agregamos nuestros nombres de una vez? Finalmente, nosotros repartimos ese documento. Esta es una introducción general, la detención particular, Cástulo la puede contar.

 

Cástulo: Bueno, la detención mía se dio el 6 de Julio de 1974. No fue que nos haya detectado la policía y que nos haya agarrado, sino que hubo compañeros detenidos que nos pusieron el dedo. Había sido nucleado un joven de 15 años. Este joven nos iba a ayudar a reproducir la propaganda que ya estábamos haciendo yo y Marisela. Los estábamos esperando. Uno de ellos (Sergio Rocha) sabia a la casa y el llevaba “clavado” al morro. Entonces, los detuvieron cerca del panteón. Uno de los dos nos puso el dedo. El único que sabía la ubicación de la casaera Sergio Rocha.

 

Andrés: ¿Quién era el otro?

 

Cástulo: Rosario Navarrete.

 

Resulta que a ellos los empezaron a calentar hasta que dieron nuestro domicilio. Parece que Navarrete no sabía cuál era el domicilio Rocha era el que sabía. Nosotros estábamos completamente confiados, estábamos reproduciendo la propaganda. Era el mes de Julio, yo estaba sin camisa y había dejado el arma en una mesa. Estaba espolvoreando hojas, en plan de trabajo. Nosotros teníamos rentada una casa propiedad de un señor que se dedicaba a la carpintería y, yo me había presentado como trabajo de las obras de pavimentación que se estaban haciendo en Guasave. La casa era un cuadro y estaba separada del resto de las casas, podía ser rodeada.

 

En un momento dado escuchamos que rompieron el cristal y, ¡no se muevan hijos de la chingada!, ya estábamos con las manos en alto cuando nos dimos cuenta; en ese momento ya estaba rodeada la casa y había un chingo de gente junto a los judiciales. Total que cuando salimos todo mundo se entero. Parece que nos habían rodeado desde hacia como una hora antes.

 

Nosotros teníamos un heroísmo que llevábamos a los extremos. Total que al subirse a la camioneta tuve la osadía de echarme un rollo, diciendo que éramos revolucionarios de la Liga Comunista 23 de septiembre y cuáles eran nuestros objetivos, pero no alcancé a terminar cuando un judicial junto a mi me dio un culatazo y me tumbó.

 

Melchor: ¿Y tú, Gonzalo?

 

Gonzalo: Mi detención casi fue ahí, afortunadamente me traslade a Los Mochis, a contactarme con la brigada que iba a repartir la propaganda. Lo de Cástulo y Marisela fue en Julio, ami me detuvieron en diciembre, cinco meses después. Ya no quedaba nadie fuera. Ya había caído el maestro de Agricultura en aquel enfrentamiento; habían caído ellos (Cástulo y Marisela), a Amador lo había matado. El Parra y la demás gente habían desertado de la Liga, o más bien habían deslindado; a otro camarada al que le decíamos “El sombre” también lo habían detenido.

 

Yo estaba en la región de Los Mochis, Ahome, Fuerte. Fue cuando yo me traslade para allá, solo, sin ningún contacto; entonces, había que llevarse a alguien fue cuando le propuse a Rochín que se metiera a la Liga, que se profesionalizara, porque él nunca rompió con la Organización como Parra y los otros, sino que seguía coqueteando con nosotros, supuestamente jalando; pero a lo mejor era por temor, el caso es que, después de mucho insistir le convencí a Rochín; para entonces, ya tenía casa rentada en Los Mochis.

 

El caso es que Rochín me planteo que tenia mujer y un hijo chiquito que si como le iba a hacer para mantenerla; entonces se llevo a mujercita, Irmita, la mansita ahí nació el “Jipi”. Para la organización, para la Liga servía eso porque era camuflaje. La casa era un cuarto en realidad, parte de una casa en la que vivía una familia.

 

Andrés: pero, resulto peor porque la Irma cada rato los amenazaba con denunciarlos.

 

Gonzalo: Ya que estaba ahí, metida, y que vio que repartimos alguna propaganda; para entonces la imprenta la teníamos en otro lugar. Para cuando el Rochín llegó a Los Mochis yo ya tenía toda una infraestructura. Dos tres casas, la imprenta, y eso lo hice yo solo, ahí como loco, hice contactos, ahora no sécomo la hice. Con ayuda de viejos revolucionarios de 1910.

 

La función del Rochín era repartir propaganda, y le pase una pistola 380 que había sido expropiada en los campos agrícolas. Y, si repartimos alguna propaganda, pero, había un momento en que no teníamos ni con qué comer; no había asaltos a bancos, ni expropiaciones; la Liga estaba un poco desmembrada. Estábamos jodidos, aislados. Ya no nos llegaba el dinero de la Brigada roja, y, nosotros pues no teníamos capacidad militar para aventarnos un jalecito, más bien andábamos armados nada más para defendernos, en todo caso. Entonces, ya vi que Rochín no funcionaba y que su mujer, la mansita, nos amenazaba cada rato con denunciarnos, cada vez que se peleaban, y, que era un peligro; y cada rato con la cantaleta, “salte de estas cosas Oscar”, y eso.

 

Nosotros conseguíamos frijol con amigos campesinos para irla pasando, y eso. Hasta que le dije a Rochín: ¿por qué mejor no vas a tu casa? No estás haciendo nada aquí. Yo sólo sobrevivo y hago la revolución solo. Era un estorbo ahí; no tanto él, sino la mujer y el plebe. Fue un error habérmelos llevado para allá. Pero él me dijo, como buen mandilón: “tengo que llevarme la familia, mis hijos”, yo creo que fue pretexto la familia para irse él también, así se zafaba de toda bronca y se iba a su casa a dormir agusto, sin ningún peligro.

 

Yo necesitaba gente, allá, pero militantes. Entonces, le dije a Rochín, mira, la organización ha decidido que te vayas a Guasave, ya no vas a ser militante, pero vamos a seguir en contacto y vas a guardar un archivo que yo te voy a ir pasando. Yo tengo un archivo, pero si me matan o me detienen y cae en manos de la policía, tútengas otra reserva, puede servir para la historia del movimiento. El Rochín aceptó encantado de la vida, parecía que estaba deseando que le dijera eso. Y como era en julio, hacía calor me dijo, oye, préstanos el abanico, el plebe está muy chico y hace mucho calor. Está bien, le dije, pero nos lo devuelves luego, porque en agosto necesitamos sacar propaganda y lo vamos a necesitar. El caso es que el Rochín empezó a fallar a los contactos, a las citas que le ponía. Yo iba con el guato de documentos, a mi estuvieron a punto de detenerme dos, tres veces y el no iba el cabrón. Cada salida a la calle corríamos el peligro de que nos detuviéramos o  de enfrentarnos a la policía, aunque no fuéramos a repartir propaganda. Una vez tuve la osadía de ir a Guasave, disfrazado nomas a verlo para entregarle varios documentos fundamentales de la Liga para el archivo y falto, no asistió.

 

Le mandé decir con una compañera que andaba incorporada que si que pasaba con el abanico (después de pedírselo varias veces). En un recado le decía que si no entregaba el abanico lo considerábamos enemigo de clase y que lo íbamos a ajusticiar. Solamente así lo entregó el cabrón, con una amenaza de muerte, que poca vergüenza. Después lo vi y le pregunte por el archivo y me dijo con tamaño hocicote que lo había tirado al excusado. Me dijo que a raíz de la muerte de Amador, que había sucedido en Mazatlán, y Rochín estaba en Guasave como cualquier ciudadano, porque no estaba quemado etc.… y no pertenecía a la Liga sino más bien era una “relación” en ese momento.

 

Escisiones

 

En esos días –sigue diciendo Gonzalo– llegó el Chicano como coordinador. El chicano me dijo que había batallado mucho para llegar al puesto de dirección, se había amenazado de muerte con el camarada que señalóCástulo y había hecho varios deslindes, y como en el bote había aprendido karate lo hacía a chingazos, no ajusticiaba. Entonces, tenía posiciones muy dogmaticas, el cabrón; y, se sospechaba en la Liga de que fuera policía porque salió de la cárcel a los tres meses, cuando hubo movilización, se saco un documento. Salió y, después de pasar las pruebas necesarias se incorpora por fin a la Liga, el caso es que nos coordinaba. Y se iba a reuniones y duraba quince días en reuniones a nivel nacional, y volvía pero con otro rollo, diferente. Hacíamos otras actividades, y se iba, y volvía de nuevo diciéndonos, lo que hicimos fue contrarrevolucionario, compañeros, hay que hacer esto y proponía cosas más aceleradas; entonces yo pensé que este camarada se estaba escindiendo porque a mí me quería mandar a una zona de jefe. Me quería dar un puesto para el que no me sentía con capacidad. Entonces le comente a otro compañero, oye que está pasando en la Liga, estamos solos, a nivel nacional hay un chingo de escisiones. Este camarada quien sabe que ondas traerá. El caso es que, el Chicano, después de unas a las que fue ya no volvió a saber nada de él. Otro compañero y yo, fuimos a la casa donde vivía, y hay vimos sus cosas personales, sus armas y todos sus arreos personales y ahí estaban, dejo todo, ni por eso regreso, seguramente lo ajusticiaron, porque se sospechaba que era policía.

 

Melchor: ¿Por haber salido de la cárcel era sospechoso de ser policía? La Liga ya estaba instalada en la paranoia, en la locura homicida, ¿no?.

 

Gonzalo: Algo así. Y ya que el Chicano no volvió nunca (era mi coordinador), se propuso que viniéramos aquel núcleo que estábamos en El fuerte, viniéramos a Culiacán a una reunión para platicar con nosotros, seguramente para auscultarnos a ver qué posición teníamos, el nuevo coordinador también iba a estar ahí. Querían que lleváramos brigadas nuestras. Llevamos a dos chavos.

 

Llegamos a Culiacán, se hizo la reunión rigurosamente clandestina. Después de esta reunión que tuvimos con la Brigada Roja, yo me fui junto con dos chavos, un hombre y una mujer de nuevo al campo porque tenía que atender a unos obreros y unas actividades y fue cuando me detuvieron junto con ellos.

 

Cárcel

 

Salimos de esa reunión en la que había metralletas, granadas de mano y otros artefactos bélicos. Nos dejaron en la Fuente de la amistad, llevábamos tres libros, de instrucción militar de primeros auxilios y de cuestiones políticas, otra propaganda y una feria para sobrevivir. Nos sugirieron que nos fuéramos por caminos vecinales porque en el Limón, no recuerdo en qué lugar había un reten de la judicial por la carretera internacional. El caso es que tomamos un camión, nos bajamos en Navolato y allá agarramos raite con un mecánico que iba tomando cerveza, por cierto que nos tomamos como tres cervezas. Teníamos como un año que no la probábamos por la rigidez que imponía la Liga. El amigo del raite era del burrión y nos invitaba a la playa a comernos unos camarones, y nosotros no quisimos. Y en el Gato de Lara, por ahí en una curva estaba la judicial, por cierto que estaba Galván ahí. Por un momento pensé en dar el enfrentamiento, en el momento en que el judicial que me esculca no me encuentra la pistola, pero viendo la superioridad numérica y en armas de los agentes decidí no hacerlo.

 

La morra no se miraba experta, nunca había disparado un tiro y el otro, era nuevo, le acababan de dar la pistola; los judiciales traían metralletas, así que pensé, si saco la pistola nos hacen cagada; los chavos estaban pálidos al ver a los policías. No iban a accionar, pues.

 

Al bajarme pensé ya nos chingaron. El judicial me esculca y no me encuentra la pistola ni los cinco cargadores que traía; se descuida el judicial y estoy a punto de sacarla, entonces volví hacia los compañeros y los vi descoloridos con las manos en alto. El judicial me dio la espalda para ver que traíamosen las chamarras que estaban sobre los asientos, lo pude haber matado de espaldas, y en una bolsa de la chamarra se encontró un monedero lleno de balas, saco puras 45 y entonces, entonces así me apunto y me dijo, la pistola, la pistola. Aquí está cabrón, le dije mientras me alzaba la camisa. ¿Cómo te llamas?, preguntaGalván. Gonzalo Inzunza, le contesté. Y  me dice hasta que te encontré Gonzalito. Luego nos acuestan en la camioneta, a mí en el medio. Con una poquita de imaginación les inventé un cuento a cada chavo y se los dije acá al oído para que lo contaran a la hora de su declaración. Yo voy a decir mi cuento, les dije. Arrancó la camioneta rumbo a Culiacán, y como me había tomado tres cervezas me dieron un chingo de ganas de orinar, y pensé, llegando, a Culiacán nos van a agarrar a punta de chingazos y me voy a reventar la vejiga.

 

Ya en la judicial, estábamos dando nuestras generales, cuando llega el “Diablo”, el pariente de “El coruco” que es judicial. ¿Y estos chavos qué? “Son de la Liga”, contesta otro cabrón. Y el diablo lo descuenta en el estomago al más cerca que tenía, que era el otro morro. Hay que llevarlos al “Comité de lucha” (era una celda de castigo). A mí me llevaron a tablazos a hacer la declaración con el subprocurador. Nos pusieron en celdas separadas. Yo aparecía como el más “grueso” de los detenidos, porque traía el arma más pesada, más balas, y traía los documentos de la Liga.

Era un viernes y al otro día nos iban a calentar los de gobernación. Y fue un pleito entre judiciales por nosotros, todos nos querían. La Federal nos quería llevar a México. El morro en la calentada dijo todo, incluso que yo le había inventado un cuento para que lo dijera; la que sí aguanto el calentón fue la chava, se sostuvo en su posición. Por cierto que ahora es subdirectora de un COBAES.

 

A mí me pegaron una patiza con los ojos vendados y empinado con las manos arriba. Me golpeaban en el estómago, caía, y en el piso me seguían golpeando. Les eche el cuento de que yo había estado “congelado” por la Liga porque sospechaban que yo le había puesto el dedo a Marisela y al grupo con que fue detenida. Entonces, estaba congelado y hasta ahora voy saliendo, les dije. Hasta cierto punto se lo creyeron porque no me preguntaron nada de Los Mochis, nada más de Guasave. Me pedían casas y carros, pero me sostuve en el cuento, me valió madre. El otro morro hasta lo del carro dijo. Duró dos meses en el bote, el cabrón. No creas que aguantamos mucho la calentada. Ese fue un entremés nada más. Ya que me llevaron a la celda pensé en la que seguía que seguramente sería más dura.

 

Le pasaron la información a uno de la Federal, y dijo: “este cabrón no ha dicho nada”. Y era cierto, había llenado como tres cuartillas de puras incoherencias y mentiras.

 

Me sirvió la circunstancia que caímos en un momento de transición de gobiernos en el que todo mundo quiere agarrar la feria que pueda y le vale madre lo demás. El “Hitler” sobornó a los de la Federal y en Guasave, mi jefe (mi papá pues) sobornó a Galván y con estos judiciales estuve bromeando. Le dije al güero que me detuvo: tú me debes la vida, te pude haber disparado cuando me esculcaste y no me encontraste la pistola. “Es cierto”, dijo.

 

Quinta parte

 

El lumpen

 

Andrés: Bueno, entonces ya estamos en el otro aspecto que es la experiencia en la cárcel. Tú,Castulo, fuiste el primero en caer en ella, ¿verdad?.

 

Castulo: Cuando caemos nos encontramos con un panorama muy diverso. Por un lado estaba la gente de Marcelo Loya, nuestros compañeros que tuvieron participación en los movimientos que señalamos antes, había gente joven del lumpen que estaban por delincuentes comunes, estaba otra gente que había tenido otra participación, un tal Obeso Meza. Cuando caímos, tratamos de hacer un estudio en el que estableciéramos las clases de gentes que estaban ahí, cómo y por qué habían caído, etc. Dijimos: hay mucho lumpen, vamos a trabajar con ellos. Empezamos a tratar de politizarlos; por ahí nos enteramos de que algunos habían estado en Guadalajara, sabían que los “Vikingos” habían pasado a formar parte del FER, y les echamos el rollo. Creímos que a partir de una plática iban a abandonar toda una prácticalumpenesca que vivían. No se sometieron, no se disciplinaron. Entonces nosotros los llamamos “escoria de la sociedad” y se les dijimos que ellos jamás iban a regenerarse. Nos contestaron mofándose de nosotros devolviéndonos los epítetos. Los delincuentes comunes imitaban nuestra jerga en plan de burla: “¡Esa mi oligarquía financiera!”, nos gritaban.

 

Melchor: Eso es genial, ¿eh?, les digo entre carcajadas.

Gonzalo:La verdad es que al principio nos hostigaban quizá por nuestra propia actitud algo arrogante o desdeñosa. Y ellos  en efecto se burlaban. Cuando alguno de nosotros  pasaba por el patio,  algún lumpen gritaba: “¡ese mi guerra civil revolucionaria!”, o “esa mi burguesía” o “a dónde vas “movimiento de masas”, o “échame un deslinde”, etc. Toda la jerga de las consignas que nos oían cuando discutíamos entre nosotros.  Primero nos encabronaban, pero después terminamos por reírnos, como lo hacemos ahora.

Cástulo: Llegó un momento en que nos perdieron respeto; recuerdo que la gota que derramo el vaso fue cuando nos echaron a nuestra celda unas bolsas con resistol cinco mil. Esa vez me enoje porque ya habían muchos antecedentes; había que parar eso no sólo por eso, sino porque nuestra relación con el resto, la gente de Marcelo hacían las veces de delatores dentro del penal, “chivas” les decían los lúmpenes, , nosotros los ubicamos así, también.

 

El clima para nosotros no era favorable. Era correcta la ubicación que hacíamos de los lúmpenes, pero, necesitábamos proceder de alguna manera que nos permitiera coexistir con ellos, estábamos en su guardia y necesitábamos proceder de una manera de que el medio no fuera agresivo con nosotros. A raíz de que avientan esa bolsa, salgo y agarro a golpes con “lingo” un drogadicto y ratero; lo cacheteo, luego cacheteo a “El morro”, después contra el “Tijuana”, de tal manera, que golpeó a los dos primeros pero el último me golpea a mí.

 

No estábamos tan aislados. Había gente de lumpen que tenía buenas relaciones con nosotros, uno de ellos, me acuerdo, cuando estaba el “Tijuana” cantando victoria, se le dejo ir y de un golpe lo sentó como regla cuan largo era el “Tijuana”. A raíz de eso empezaron a respetarnos los lúmpenes, ya no vuelven a tocar el tema de estar jodiendo. Ganamos el respeto en todo el penal.

 

Gonzalo: (Dirigiéndose a Cástulo) ¿En ese momento cuál era la relación con el otro compañero que había caído primero?

 

Castulo: Nosotros trasplantamos también la cuestión del deslinde con el compañero Javier Espinoza. El hizo un documento en relación al 2 de mayo y yo respondí con otro, completamente polémico y el reconoció que estaba totalmente equivocado. Pero nosotros no aceptamos, sino que lo deslindamos. La gente jaló conmigo, Marisela, y los demás, incluso Gabrielón que ahí lo conocimos, y lo jalamos para la causa.

 

Un dato interesante es que, nosotros dimos el deslinde entre todos los camaradas con respecto de Javier Espinoza, sin embargo, con el cayo un obrero agrícola que tomo las armas en el momento de la acción. Entonces, “no, pues si es cierto”, dijo el obrero agrícola que conoció a Javier en el momento de la acción y le tenía respeto porque se fajó bien ese Javier Espinoza, y sabes que aceptó el deslinde de palabra pero de hecho continuó manteniendo relaciones con Javier. Le tenía ley porque lo había conocido en la acción y a nosotros nos conoció en la cárcel, no en ninguna acción decidida. Eso pudo más. El deslinde sí lo acepto con respecto de Obeso, porque también deslindamos con Obeso.

 

Andrés: ¿Cómo estuvo la reconsideración con el lumpen?

 

Cástulo: Fue una reconsideración que nosotros hicimos explicita, no nos acomodamos a la situación, sino que la hicimos explicita. Dijimos: estamos equivocados en esto y esto otro. Hay que tratarlos. Son enemigos pero debemos de tratar de coexistir con ellos. Empezamos a tener relaciones, ya no hablábamos de política con ellos.

 

Melchor: ¿Y lo de las reivindicaciones de que hablabas?

 

Cástulo: Nuestra presencia en el penal dejó huella, porque cambiamos las costumbres del encierro y cambiamos las formas organizativas internas. El cierre normalmente era a las 7 de la noche y nosotros a través de un movimiento (en el que participo destacadamente Gabrielón) exigimos que se cerrara a las 11 de la noche después que hubieran pasado los noticieros, y lo logramos.

 

Otro detalle importante es que, hasta antes de la llegada de nosotros fungía un capataz que daba las órdenes, es decir, cuando recién llegaba alguien lo ponía a hacer la “talacha”, y se le daba algo de dinero al capataz. Nosotros dijimos no a esta situación, debemos suprimir al capataz y nombrar una comisión que sea electa democráticamente. Esto también se logró, y se nombró la comisión que fungió hasta que salimos nosotros.

 

Melchor: ¿Quiere decir, Cástulo, que tu función como militante de la Liga fue más importante en Guasave que aquí en Culiacán?

 

Cástulo: Si, claro..

 

Melchor: ¿Qué hicieron aquí, en Culiacán?

 

Cástulo: Bueno, aquí en Culiacán mi participación fue en la casa del estudiante y en la Escuela de Química. En todo tipo de acciones.

 

Gonzalo: (Dirigiéndose a Cástulo) y cuando yo caí al bote, ustedes no estaban bien con los lumpenes, verdad?

 

Cástulo: Acababa de pasar el pleito. Yo todavía tenía el ojo morado.

 

Amnistía

 

Gonzalo: Ahí, en la cárcel ya no éramos tan utópicos, ya no hablábamos de la revolución, ya éramos más críticos con respecto a la Liga. Planeamos también una fuga de la cárcel. Teníamos todo planeado pero en esos días nos llegaron unas gentes del gobierno a platicar con nosotros a proponernos la amnistía del gobierno de Alfonso G. Calderón, en 1975.

 

Francisco Javier, Marisela y Rocha aceptaron luego la salida. Nosotros dijimos hay que discutir a ver qué tanto es concesión al gobierno, o, a lo mejor nos quieren sacar para chingarnos allá afuera.

 

Al fin aceptamos salir pero también nosotros pusimos nuestras condiciones. Nos proponían asistir a darle las gracias al gobernador, Alfonso G. Calderón, y nosotros aceptamos ir a platicar con él, con la condición de que no estuviera la prensa Y así fue, lo admitieron y nada se publicó. Simplemente fue una plática con él, que no recuerdo del todo. Nos habló muy paternalista. Que había sido un luchador social de toda la vida, sindicalista, y que por eso nos entendía, pero que el nuestro no había sido el camino correcto, etc.

 

Hasta eso que el ruco sí tenía sensibilidad política y güevos, porque decretó la aministía a pesar del gobierno federal. Finalmente habló don Pedro Balderas, el papá de Marisela, agradeciéndole el gesto al gobernador, y nos despedimos en buenos términos. Sin enojos o regaños de parte de Calderón, ni Mea culpa o lambisconerías de nosotros. Eso fue todo.

 

***

 

  1. L.C. 23 de Sept. en Guasave. Testimonio de Román García

 

Del “Chico” al “Chicano”

 

Al margen de la entrevista con Cástulo y Gonzalo, Román García, “El Greñas”, escribió entonces un breve texto que hoy rescata y comparte con nosotros, donde habla de su propio deslinde y el de Ramon Felipe Acosta Parra con “El Chicano”.

 

Dice:

 

En el año rockero de los setentas conocimos al “Chico”, antes que apareciera como el salvador de Guasave y de México. Él era de la “clica”, raza brava y cabrona. Fumaba marihuana en las casas de la pequeña burguesía en descomposición; Gilberto Álvarez Inzunza, “chito” Rivera y “Kali” Chávez; allí escuchábamos emocionados a los Beatles.

 

Éramos jóvenes del movimiento hippie. Pero un día el “Chico” desaparece.  Años después, aparece Francisco Rivera Carvajal, estrenando otro apodo:  “El Chicano”, y convertido en un puritano radical, dogmático, hablándonos del Estado Burgués y de la formación de bases militares en toda la República.

 

“Este cabrón está más arriba que nosotros –le dije al Parra–. Le pegó duro el virus de la revolución”.

 

Estaba frente a nosotros, armado con una 38 súper con sus cuatro cargadores.

 

–Oye “Chico”, quiero hacer una pregunta, dijo Gonzalo Inzunza.

 

–No compita. El “Chico” está muerto, de aquí en adelante me llamarán “El Chicano”. No lo olviden –advirtió amenazante.

 

Si mal no recuerdo, corría el año de 1973, mes de abril, yo cumplía 19 años de edad, cuando fuimos convocados a un seminario de tres días para hablarnos sobre la crisis del Estado Burgués y la construcción de las redes militares en todo el país.

 

El expositor era “El Chicano”; nos tiró un rollón, sin pies ni cabeza que nadie entendió. Yo no lo entendí, no sé los demás.

 

Nosotros no sabíamos de armas ni de guerras, dirigidos por unos acelerados amantes de las armas, los ajusticiamientos y deslindes al interior de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Para ellos, los intrépidos dementes; fumar cigarros “chivas”, marihuana, tomar cerveza y escuchar música rock, eran actitudes pequeñoburguesas. Y da la casualidad, que esos actos eran nuestra fuerza.

 

Nuestra generación se formó en el movimiento hippie. Jóvenes de amor y paz; de hacer el amor y no la guerra. No podíamos encajar en una causa de tal envergadura suicida y homicida. No podíamos estar donde unos y otros se mataban por insignificancias.

 

Tirarse un pedo era un acto de traición. Así estaban las cosas en la cúspide del ´fanatismo  activo´. El seminario fue en casa de Amador Quintero Montijo, por cierto un adicto lector de Adolfo Hitler, y supongo que también de Lenin, y eso ya dice mucho de su confusa personalidad.

 

Amador había trabajado en “La Casa Toledo”; armando catres de jarcias y lonas. Luego le dio por andar armando insurecciones, y su carácter impulsivo lo llevó a la muerte en un enfrentamiento en Mazatlán.

 

En el seminario estaban Alejandro Rochin, Gonzalo Inzunza Cervantes, Ramón Felipe Acosta Parra y yo, Román García, alias “El Greñas”.

 

Éramos los productores y directores de un tabloide llamado “Trinchera”; un periodiquito de tinta roja con una línea Marxista-Leninista-pensamiento Mao Tse Tung. Esto encantó al “Chicano”. Luego nos contactó, y aquí estamos, escuchando estupideces con olores a pólvora y traiciones.

 

Una tarde crepuscular manchada de sangre, en el último día del seminario, el “Chicano” nos ordena con voz autoritaria: “Mañana compitas; hay que ajusticiar “chotitas” y expropiciarles las armas. Esta será su prueba de lealtad a esta causa revolucionaria.

 

– “Ya nos jodimos –pensé”.

 

El Parra le refutó con su acostumbrada paciencia:

 

–“Eso no es de revolucionarios, es provocación. Los chotas son padres de familias con los salarios más bajos del país; son padres de mis alumnos. Tú sabes que soy profesor. No estoy de acuerdo. Háganlo ustedes.

 

–Mire, compita Parra –contesto “El Chicano”–, primero están las convicciones político-militares, después los sentimentalismos pequeñoburgueses. Si no cumple la órden usted es un traidor.

 

–“Seré lo que sea, pero no asesino” –afirmó Parra.

 

–Yo, envalentonado,  agregué: “Mira Chicano, esos chotas traen la pistola pintada en la funda. Y las pistolas que algunos portan no les funciona el martillo, o no tienen gatillo. No sirven. Yo también no estoy de acuerdo.

 

Luego de un silencio sepulcral, “El Chicano” nos miró a los ojos, con esa mirada de los iluminados fanáticos. Rascó su mentón tres veces, sobó con la siniestra la cacha de su 38 súper, y nos sentenció”:

 

–Desde este momento compitas, ustedes están deslindados de la Liga 23 de Septiembre, y serán señalados como traidores a la causa revolucionaria por su posición pequeño-burguesa. Estos compitas están en luz verde. Retírense traidores, retírense.

 

Duramos 6 meses sin subir al pueblo. Sabíamos que nos iban a matar.

 

Después, nos enteramos por la prensa que todos estaban en la cárcel.

 

–Tenemos que esperar–, dijo el Parra.

 

–No queda de otra, contesté.

 

Aquella mañana de marzo del 75, salen en libertad los revolucionarios sin revolución; hermanos del alma equivocada.  Nos encontramos en la casa del Parra, nos abrazamos efusivamente y dimos gracias a Dios por haber concluido aquel periplo de locura.

 

Abrí tres cervezas bien heladas; le di una al Parra, otra a Gonzalo y la última para mí.

Gonzalo Inzunza dijo: “De ahora en adelante voy hacer el amor y no la guerra”.

 

El Parra soltó la carcajada y le reviró:

 

–“Pinche Gonzalo, te queremos. Reconocer honradamente que se ha errado es de revolucionarios; pero reconocer para luego cometer los mismos errores, sólo lo explican intereses políticos insanos. Prométenos que no volverás hacer la misma pendejada”.

 

–Lo juro –respondió Gonzalo.

 

Yo encendí el carrujo de mota, y el Parra puso en su viejo tocadiscos a los Beatles, y escuchamos “Imagine there’s no heaven/ It’s easy if you try…

TIEMPOS DIFICILES

El disimulo y la simulación

(Incursiones de Rocha en la literatura)

Melchor Inzunza

18 de marzo de 2014

El escultor que quita al mármol lo que está de más, el novelista le quita a la realidad lo que le sobra”. Gabriel García Márquez.

“Destrózalo Melchor con tu crítica, será muy útil para mi conocer tus despiadadas observaciones”. Rubén Rocha Moya (dedicatoria de libro Caña quemada, enero 2013). Sobres.

 

Dos o tres veces traté de leer El disimulo, así nació el narco (2013), de Rubén Rocha Moya, pero fracasé en cada intento desde las primeras páginas. Lo mismo me pasó antes con Caña quemada (2012), primer roce del autor con la literatura, o más bien su primera incursión en ella.

 

Fue hasta poco después de la captura de El Chapo cuando me empeñé en no dejarme vencer y leí ambos libros, aunque casi a la mitad de El disimulo…, dije me doy. No se deja leer tan fácilmente; de hecho, tampoco casi todas las referidas al narcotráfico, con pretensiones literarias: me han derrotado en los primeros rounds por la vía del cloroformo, aun las han tenido algún éxito editorial.

 

No sé si porque tomó en serio los elogios en serie que suelen hacer los presentadores de libros, obligados a la cortesía,  como ocurrió en la presentación de Caña quemada (2012), o porque sintió de nuevo el tardío ‘llamado’ de la literatura, o porque se dejó llevar por la irresistible moda oportunista de aprovechar al narco para alcanzar la celebridad literaria (chance y la captura de El Chapo le de un empujoncito), lo cierto es que emprendió a toda máquina su segunda incursión en el arte narrativo, ahora con la novela  El disimulo

 

Caña quemada

 

De Caña quemada ninguno de los comentaristas refirió los valores literarios. Uno de ellos destacó  que lo más meritorio del libro es que en él  “se puede encontrar a la gente del pueblo con sus anécdotas, con su particular forma de hablar, con sus costumbres y tradiciones”; otro felicitó a Rocha por no dejar que desaparezcan las raíces de los pueblos y plasmar la cultura de la gente”; otro más argumentó “que a decir de los que saben de literatura, las mejores obras no lo son por que cuenten buenas historias o por su lenguaje estético, sino también porque en su escritura se recupera el espacio, lenguaje, su historia y la identidad de los pueblos”.

 

Ninguno advirtió valores literarios. El licenciado Medina apenas los sugirió (“logra el propósito de todo escritor, contar bien”), pero el énfasis está en lo mismo que los demás. “Caña quemada es crónica, es el reportaje, la recuperación de los orígenes de los pueblos, donde el pasado busca permanecer a través del lenguaje de los valores, de las costumbres…” Luego Medina la elogia de tal modo convincente, que sería una lástima no creerle. Órale. A lo mejor Caña quemada no es del todo insalvable.

 

Y el propio autor indicó “que la finalidad de haber escrito esta obra fue rescatar e inmortalizar la cultura de los pueblos, para que no se pierda, es un homenaje a la memoria de los pueblos, su cultura y tradiciones”*.

 

De cualquier manera en las historias de Caña Quemada no hay creación y menos recreación del lenguaje del narrador, ni de los personajes narrados.

 

No se sabe quién es quién, cuando el autor es a su vez otro personaje que habla casi igual, desde dentro y desde fuera de las tramas, pero que deshace el artificio cuando lo traicionan sus palabras, propias de la jerigonza incompresible de los políticos y de los medios.

 

El narrador se hace bolas con el lenguaje, no encuentra su voz, el tono, el estilo. Desde la segunda página se delata  “(Rosario Toribio)… también se abría espacio para cultivar el maíz” (Quiso decir se daba tiempo). Pero luego se disfraza de lugareño para no infundir sospechas imita el habla de “la plebada del lugar”, y no deja de repetir “plebada” y “diatiro” y todos los modismos de sus personajes; enseguida de acuerda de que él no es como ellos y vuelve al lenguaje ‘culto’: “boom de la mota”, y en el cuento que da título al libro, el narrador  nos dice que “Ipso facto, Tacho, con la menor demora, se presenta…” Pero el latinajo no significa  ‘de inmediato’ o ‘ahora mismo’, sino  “por el hecho mismo” o “a consecuencia de” (Pero como quiso decir “de inmediato”, sobra lo de “menor demora”, un pleonasmo.)

 

Peccata minuta (para seguir con los latinajos). Pecados veniales a fin de cuentas de estos cuentos.

 

El disimulo

 

Sin embargo, en El disimulo repite la receta y empeora los resultados. El narrador lo mismo dice “incapacidad motora” en vez de paralíticos (sólo le faltó decir “personas con capacidades diferentes”), que “despavoridos”, “fenómeno del narcotráfico” y “corporación policiaca”, que “jale” y “guato”, “supremacía numérica “y “mutuo propio”, que “plebío muy alzado” y “hoyito del tragadero”, “terapia ocupacional” que “plebada” y “me lleva a tiznada” (le hace decir a un pudoroso narco), así en cada página. Vaya realismo chamagoso, quise  maravilloso.

 

En vez de recrear el lenguaje de los narrados, el narrador de nuevo los imita y empobrece, con el pretexto de ‘rescatar’ el habla de los pueblos, de retratar o reflejar la realidad. Pero rescatar el habla, secuestrada supongo, preservar los valores tradicionales o reflejar la realidad, ¿qué tienen que ver los valores literarios?

 

El disimulo no le deja bueno hueso alguno a la literatura. Y eso que en una de las tantas presentaciones, el autor considera su trabajo como producto de la inquietud por describir, de forma literaria” la omisión de las autoridades. Y que “a pesar de que es una novela clara” (clara oscuridad, diría yo, valga el oxímoron), es muy escéptico en el tema del combate al narcotráfico” (El Debate, 13 de enero de 2014)

 

El narcotráfico ha producido algunos buenos corridos y, casi sin excepciones, mala literatura. Al margen del éxito o fracaso editorial. La literatura absorbida por el narco está más interesada en describir el fenómeno del narcotráfico que en las cualidades literarias de sus narraciones. No es en este género donde están los mejores textos sobre el narco, sino en otros: la crónica, el reportaje, el ensayo.

 

No es necesario ser crítico literario (estoy lejos de serlo) para opinar sobre la moda que se ha abatido sobre la literatura. Basta que el lector encuentre placer de la lectura y aprecie el ‘oro que relumbra en los versos’, el goce del lenguaje, el vuelo de su ritmo, el juego con el tiempo, la libre fantasía, el deslumbre de la imaginación, la risa del humor (simple, no simplón), las emociones que encienden el corazón, ‘aparatito lleno de recursos’ (Rossi), para distinguir de vez en cuando la buena literatura que la que no lo es.

 

Y no es la de Rocha. Digan lo que digan los que le dan coba. Ya sea por quedar bien o por simple amistad.**

 

Las presentaciones y los presentadores de libros, asesores literarios, los cargos públicos, los contactos editoriales, los patrocinios, la publicidad, las influencias políticas, los florentinos castro ni los aguilares padilla, no hacen una buena novela.

 

El ensayo acaso se le da, la novela no. La posibilidad de un ensayo devino en la imposibilidad de una novela. Le sugiero que vuelva al ensayo que no le rehúye, y deje en paz a la novela, que huye de él como el diablo del agua bendita. El disimulo es una simulación. Finge ser lo que no es.

 

No hay creación artística en una prosa desarticulada, en un lenguaje incoherente, caótico. Un enredijo, por decir lo menos. Y la novela es el arte de la prosa, como dice Milan Kundera (uno de los autores que RRM admira al igual que tres o cuatro más que ha leído sin aprender mucho de ellos por lo visto)

 

La literatura absorbida por el narco está más interesada en las implicaciones sociales y culturales que en las cualidades literarias, en la temática que en la técnica, en los corridos y canciones de La rancherita que en la forma, en la música de la tambora que en la música de las palabras.

 

En la narrativa literaria (la precisión no sobra, porque ahora los comentaristas y analistas no paran de parlotear sobre la ‘narrativa’ de Peña Nieto), lo que importa no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Llámese realista, surrealista, romántica, costumbrista, fantástica, etc.-, lo importante en el cuento o en la novela es la forma. De hecho, como diría Borges, todas las artes aspiran a la condición de la música, que es pura forma, “la forma misteriosa del tiempo”.

 

Mejor aún, “en literatura la forma es fondo”, como lo expresó hace un año el novelista Javier Cercas. “O sea,  una buena historia bien contada es una buena historia y una buena historia mal contada es una mala historia. Madame Bovary contada por un necio es una imbecilidad, pero por Flaubert es una obra maestra. Es todo cuestión de forma, estructura, técnica, tono y ritmo.”

 

Todo eso que desdeñan los escritores de “lo narco”. Rocha llega a la extravagancia de incluir ¡en una novela! la entrevista que me hizo y publicó hace 13 años en Noroeste, y además me convierte en uno de sus personajes. Sin mi autorización desde luego. Es decir, hace uso y abuso de mi nombre y de mis opiniones. Si se tratara de un ensayo, pasa. Pero en una pretendida novela… bueno, eso ya linda con la estolidez.

 

¿Qué hacer? Ni Lenin lo sabría. Por lo pronto sólo me queda esperar que el arduo lector (hipálage, se entiende: el lector no es arduo sino lo que lee) llegue tan fatigado a la página 82, que de ahí no pase.

 

A los que en las presentaciones alaban obras con criterios extraliterarios, ai’ los quiero ver hablando ahora de los méritos narrativos de El disimulo. Seguramente encontrarán muchos valores, salvo el valor literario.

 

Si se propone seguir incursionando en la narrativa, sería bueno que Rocha no pasara por alto las observaciones de Rafael Lemus (él sí un crítico literario) sobre la narcoliteratura mexicana (le adjunto algunos párrafos resumidos), pero sería mejor que echara su novela al tonel de las danaides.

 

O, en paráfrasis de García Márquez, disipar, como Fermina Daza, todas las dudas y hacer sin remordimientos lo que la razón indica como lo más decente: pasar una esponja sin lágrimas por encima de su novela, borrarla por completo, y en el espacio que ella ocupa en su memoria dejar que florezca una bella pradera de amapolas.

 

 

*Pero qué joder con las tradiciones. Al parecer, aún es vigente la crítica de Jorge Cuesta en los años treinta del siglo pasado: “Es a la tradición a la que señalan como desamparada y desposeída, como inválida. Quien está más ignorado por la tradición, más abandonado por ella, luego supone que la tradición depende de algo como la concurrencia de fieles a su templo; luego predica a los hombres que cumplan con el penoso deber de auxiliarla, de retenerla… La tradición es tradición porque no muere, porque vive sin que la conserve nadie… No les interesa el hombre, sino el mexicano; ni la naturaleza, sino México; ni la historia, sino su anécdota local. Por lo que a mí toca, ningún Abreu Gómez logrará que cumpla el deber patriótico de embrutecerme con las obras representativas de la literatura mexicana. Que duerman a quien no pierde nada con ella; yo pierdo La cartuja de Parma y mucho más”. (Literatura y nacionalismo)

 

**No hace mucho, en el programa de Sentido contrario, que dirige Marcelino Perelló en Radio UNAM, dedicado a Liberato Terán, leí un correo que éste me envió hace cuatro años: “…y disfruto del arte de la amistad que siempre ha cultivado el licenciado Medina”. En efecto –añadí–, “para Medina la amistad es incluso más importante que la literatura; por eso ha presentado libros de Rubén Rocha, por insoportables que sean”.

 

-.-

 

Observaciones de Lemus

 

El crítico literario Rafael Lemus ensaya una lectura panorámica de la figura de “lo narco” en nuestras letras. (Balas de salva: Notas sobre el narco y la narrativa mexicana,  Letras Libres No. 81, septiembre 2005).

 

Destaco, resumidos, los siguientes párrafos:

 

*¿Cómo narrar la realidad? La literatura mexicana rara vez responde. Crece en el autismo, indolente, a espaldas de esa pregunta. Es abrumadoramente realista, y su realismo abrumadoramente inconsciente. Existe lo real y se lo retrata con entusiasmo primitivo. Se procede como si realidad y literatura fueran una misma cosa.

 

*Macedonio Fernández lo descubrió para todos: realidad y literatura son cosas distintas, opuestas… la realidad es un problema, no un asidero. Debe ser inventada, no retratada.


*Se escribe, se hacen novelas, se es del norte… Desde allá se escribe una literatura que alude irreparablemente al narco. Es imposible huir: el narcotráfico lo avasalla todo y toda escritura sobre el norte es sobre el narcotráfico. Algunos autores omiten su presencia y retratan su ausencia: el desierto de Daniel Sada, el circo de David Toscana, la metaliteratura de Cristina Rivera Garza. Otros miran de frente al narco y apuntan: Federico Campbell, Gabriel Trujillo Muñoz, Élmer Mendoza, Luis Humberto Crosthwaite, Juan José Rodríguez, Eduardo Antonio Parra, Luis Felipe G. Lomelí… El Barrio. Toda mesa de novedades está sitiada por el narco, algún día será tomada por su literatura.


*Una narrativa sobre el narco, una estrategia ordinaria: costumbrismo minucioso, lenguaje coloquial, tramas populistas. El costumbrismo es, suele ser, elemental. A veces excluye, casi completamente, la invención, como si la imaginación no pudiera agregar nada a la realidad. La prosa es, intenta ser, voz, rumor de las calles. Hijos bastardos de Rulfo, sabemos que nada hay más artificioso que registrar literariamente el habla popular. Todos se empeñan en esa tarea, algunos entregados a un fin dudoso: recrear una prosa idéntica al lenguaje coloquial, aun si ésta no es literariamente pertinente.

 

*Las tramas son, suelen ser, convencionales. Una idea parece sedarlas: ya es demasiado perturbador el contexto, demasiado brutal la violencia, para aparte crear tramas delirantes. Se extraen las historias de donde es usual: la picaresca y el melodrama…

 

*Ejemplo de este realismo ramplón es la obra de Élmer Mendoza. Son tres sus novelas (Un asesino solitario, El amante de Janis Joplin y Efecto Tequila) y todas aluden al asunto del narcotráfico. Aluden a él tradicionalmente: a través de un costumbrismo candoroso. La intención es sólo una: retratarlo todo, la política y la violencia, los espectáculos y los deportes, el norte y el otro lado.

                    

… *Dije Élmer Mendoza pero podría haber dicho otros nombres. En cualquier literatura él sería un autor; en la nuestra es un síntoma. Su realismo es el de muchos, el más representativo. Es inútil citar a los autores que comulgan con su costumbrismo: no es éste tanto un estilo como un vaho, una manía, de nuestra narrativa…  Un realismo estrecho.

 

*… La narrativa sobre el narco es relativamente nueva, aún no alcanza su cima. Una apuesta: no habrá cima… Ocurrirá con ella lo que con la novela de la guerrilla escrita hace treinta años: se apagará sin haberse encendido. El narco mudará y esta narrativa yacerá anquilosada. O peor aún: el narco triunfará, arrasará con todo, y entonces ya toda literatura será sobre el narco. No seremos felices pero habrá recompensas: un subgénero colapsará animosamente.

 

*… Llevar el realismo hasta el extremo: no copiar una realidad, volverse ella. Sólo se capturará al narcotráfico si se remeda formalmente su violencia. Una prosa brutal, destazada, incoherente. Una estructura delirante, tan tajada como la existencia. Una narrativa homicida, con vocación de suicidio. El narco —ruido, absurdo, nada— no es novelable; para recrearlo, se necesitan antinovelas. Un detalle: casi ninguno de los autores norteños cuenta con recursos para la tarea.

 

*Se nos ha dicho que la narrativa del norte marcha a la vanguardia de nuestras letras. Lo cierto es que, en su mayoría, está sumida donde el resto: en un costumbrismo dócil, en la abulia formal. Ni Élmer Mendoza ni Eduardo Antonio Parra, ni Gabriel Trujillo ni Juan José Rodríguez, ni Federico Campbell ni Rafa Saavedra escribirán esa narconovela. La literatura mexicana debe aprender de los sicarios: violencia y sacrificio.

*Hay una realidad y se la copia. Hay pobreza y se la denuncia. Hay narcotráfico y se lo retrata.  


*… La narrativa sobre el narco no escapa a la tentación sacralizadora. Dibuja al norte con demasiada tinta. Desea, aunque no lo pronuncie, construir una epopeya, una épica de la frontera. La tarea: demostrar que el norte es distinto al centro, que la frontera posee una identidad única, definida aunque vertiginosa. El anhelo: probar que allá arriba es donde ocurre el país. Qué mejor que el narco para convencernos de ello. Es un negocio y más que eso: una cultura. El norte es la narcocultura, entre otras cosas, sobre todas las cosas. Mitifiquemos, por lo tanto, al narcotráfico.

 

*Dotemos a la realidad de un aura que no tiene. Que la violencia aparezca exacta, embellecida. Que los corridos marquen el ritmo de nuestra prosa. Que las botas, los cuernos de chivo y los ajustes de cuentas a medianoche compongan nuestra iconografía….

 

*Nada puede criticársele a este objetivo. Que cada quien sacralice lo que le plazca. La pregunta es: ¿sacraliza esta narrativa? Muy pobremente, al revés de los narcocorridos. Distribución es destino: como toda literatura, la norteña se fatiga en un auditorio muy restringido. Peor aún: equivoca su público. Es populista y se vende a las clases medias. Es del norte pero se edita, preferentemente, en la capital y se lee en las apáticas ciudades del centro… A ese público se dirigen los autores del norte y, por lo mismo, rara vez evitan el didactismo. Casi toda obra sobre el narco es didáctica. Lo son las novelas de Élmer Mendoza, los ensayos regionalistas de Heriberto Yépez, la especulación policiaca de Juan José Rodríguez. Es tan obvio como esto: el norte se define a partir del centro. Es norte porque entre él y el sur hay un punto medio. Mientras más se insista en la particularidad de la región, más se escribe para el centro. No extraña que los mejores escritores norteños vean en su ubicación apenas un accidente: Daniel Sada, David Toscana, Cristina Rivera Garza, Patricia Laurent Kullick.


 *Una de cal: las novelas sobre el narco, felizmente, no denuncian. Los autores no proceden a manera de jueces sino de oyentes. Escuchan y registran. Escuchan y mitifican. Escuchan y ríen. Puede decirse cualquier cosa de esta narrativa salvo que sea solemne. Casi cualquiera de estos autores posee humor y talento para la caricatura. Cualquiera, salvo Parra, más cercano al arrabal, al melodrama. Seamos sinceros: ninguno de estos autores denuncia porque ninguno desea el fin de la narcocultura. De ella se nutren sus novelas, de ella depende su imaginario.

 

*No dije por ejemplo, como señala Eduardo Antonio Parra, que la literatura del Norte fracase por ser realista. Toda literatura, insisto, lo es. Dije, y prometo no citarme: buena parte de la literatura del Norte fracasa por su tipo de realismo…un realismo que, bajo el pretexto de escuchar el mundo, desatiende los llamados de la forma. ¿Que no toda la literatura del norte es así? Nunca sugerí lo contrario. Festejé las excepciones, subrayé: hay, hubo, debería haber, otros realismos. (Letras libres, Número 83, Noviembre 2005)

 

 

Tiempos Dificiles

PAN: desastre merecido

Peña Nieto, un triunfo anunciado

(“Se votó contra el sexenio de la sangre”)

Por Francisco Aragón y Melchor Inzunza

 

Con un descenso menor de Peña, un lento incremento de AMLO y el rezago de Josefina en las preferencias electorales, las campañas terminaron como empezaron: con la tendencia a favor del candidato del PRI, en todas las encuestas.

 

Como si la mayoría de los ciudadanos hubiesen decidido, desde antes de empezar las campañas, votar por Enbrique Peña Nieto.

 

Pero aun cuando las encuestas acertaron en la tendencia general, casi todas se equivocaron en sus reiterados porcentajes. Y en esta elección, las empresas encuestadoras y los medios que las financiaron se jugaron como nunca antes su credibilidad y su prestigio, y casi ninguna salío bien parada. No midieron bien.

 

Últimas encuestas

 

 Parametría (Junio 25): Peña 35.5, AMLO 23.3, Josefina 19.1. Un 12.2 por ciento de ventaja para el priista. GEA-ISA (27 de junio): Peña 46.9, AMLO 28.5, Josefina 22.4. 18.4 puntos de ventaja. Mitofsky (22 de junio): Peña 43.6, AMLO 28.3, Josefina 25. El candidato del PRI tendría un 15.3. Buendía&Laredo. El Universal (27 de junio): Peña 45 por ciento, AMLO 27.9, Josefina 24.4. 17.1 para el primero.   Ulises Beltrán y Asocs. Excélsior (27 de junio): Peña 44. AMLO 28, Josefina 25. 14 puntos para el primero. Reforma (27 de junio): Peña 41 por ciento, AMLO 31, Josefina 24. 10 puntos arriba. Covarrubias y Asociados (26 de junio): Peña 38, AMLO 28, Josefina 25. 10 por ciento a favor del siempre puntero.

 

Y la de Ipsos-Bimsa (25 de junio): Peña 35 por ciento, AMLO 29 y Vázquez Mota 20. 6 puntos de diferencia para el priista.

 

De todas ellas, ésta fue la única de la lista que se acercó al resultado final.

 

En efecto, con 98.95 por ciento de actas capturadas, Peña obtiene el 38.15 por ciento (18 millones,700 mil votos en número cerrados), López Obrador 31.64 (15 millones 500 mil) y Josefina 25.40 (12 millones 400 mil). Es decir, 6.5 puntos porcentuales a favor de Peña, esto es, 3 millones 200 mil votos de diferencia.

 

De hecho, los mismos seis puntos de ventaja que Rubén Rocha Moya vaticinó una y otra vez.

 

Como sea, Peña ganó con un margen suficiente –el cual vuelve menos creíble cualquier impugnación de fraude–, a pesar del acoso del Yo soy 132, de las denuncias de corrupción, de la complicidad priista con narcotráfico, y las campañas antipeña de sus adversarios.

 

Embestida

 

   El éxito del PRI es producto del profesionalismo político y carisma de su candidato, de su equipo y de la fortaleza del partido, en contraste con la debilidad y descrédito del PAN y del inconvincente discurso del candidato de las izquierdas. El PRI ya traía la raccha ganadora en los estados –salvo las tres entidades ganadas por la alianza PAN-PRD–, pero el factor fundamental se llama Enrique Peña Nieto.

 

Sus adversarios cometieron, entre otros, el error de subestimarlo y rebajarlo a mera invención televisiva, y el de atacarlo sin cesar como el nuevo “peligro para México”.

 

Pocas veces se ha visto una campaña de tal magnitud e intensidad como la emprendida contra un candidato.

 

Tampoco se había registrado un movimiento estudiantil que irrumpiera en un proceso electoral declarándose explícitamente contra un candidato, como lo hizo el movimiento “antipeña”,  protagonizado por de la Ibero.

 

En este párrafo se resume la embestida: “Precandidato y candidato siempre puntero, no ha tenido sosiego; ha sido el enemigo a vencer y ha enfrentado el acoso feroz e implacable de sus adversarios. En su contra se ha constituido un frente amplio integrado por el gobierno panista, los partidos opositores, medios, conductores de radio y tv, parte del movimiento de los 132 y académicos del PRD, activistas en las redes y en varias universidades del país.” (J.M.V, Milenio diario, 24.06.2012)

A pesar de todo, las campañas trancurrieron sin mayores sobresaltos, sin enfrentamientos violentos de consideración, y en un clima de civildad política.

Inmune

Peña no cayó en las provocaciones y no vio en sus competidores enemigos a combatir, sino adversarios a derrotar en una elección democrática. Por eso nada fue capaz de llevar a Peña al despeñadero.

 

Tal como lo observó el diario estadunidense The New York Times:

 

La publicidad desplegada contra Peña “sería suficiente para enviar al fondo de las encuestas a cualquier candidato. No aquí (en México)”.

 

El corresponsal del diario, Randal C. Archibold, añadió:

 

“Pese a los bombardeos, Enrique Peña Nieto, el blanco de los ataques, es el favorito de los vaticinios para ganar la elección presidencial mexicana del 1 de julio con un margen confortable, según la mayoría de las encuestas, como si fuera invencible”.

 

El candidato del PRI fue, en efecto, “inmune a las descalificaciones”.

 

 

Josefina

 

   Ante el imparable avance de Peña Nieto hacia la presidencia, sus adversarios reaccionaron con los reflejos condicionados por sus biografías.

 

La candidata panista, Josefina Vázquez Mota, terminó su campaña con la desdeñosa sentencia de que “las encuestas no votan, las almas sí”. Y con la vana ilusión de que la captura del supuesto hijo del Chapo Guzmán –“producto de meses de investigación”– sería su tabla de salvación, por lo que se apresuró gustosa a pedir un aplauso para la Marinay las fuerzas armadas, de las que dijo estar orgullosa, “no como el otro candidato que trae extranjeros para cuidar de los mexicanos.”

 

Pero su gusto fue flor de un día. Los familiares de Félix Beltrán León echaron abajo el teatrito, yla DEAprimero yla PGRdespués, tuvieron que admitir que el joven capturado no era Jesús Alfredo Guzmán.

 

De hecho, la candidata no hizo más que imitar las tácticas de la “guerra electoral” como llamó Felipe Calderón a su campaña del 2006, pero como segundas partes no son buenas, la imitación fue tan chafa que Josefina fue de desfiguro en desfiguro. Incluso, al igual que Calderón, creó su propio videojuego. La  “Superjosefina” para niños y adolescentes: una muñequita que con látigo en mano libera al mundo de pejelagartos monstruosos y dinosaurios orejones. Sin mucho éxito tampoco.

 

Milagro

 

A Vázquez Mota no le quedó más que depositar su confianza en que “los milagros sí existen y Dios hace su parte en las votaciones”, dijo en el día de su cierre de campaña en Puebla. Mundano como es su Dios, ha de andar muy ocupado en contiendas electorales.

 

Para ayudar al milagro, el mismo día anunció, en Chiapas, que  ya estaba a “un par de puntos” de Peña, y luego, en Veracruz, apeló al “voto oculto” de quienes “no han participado en las encuestas” para ganar la elección.

 

Pero nada pudo salvar al PAN de su merecido desastre electoral. El PRI, después de 70 años de hegemonía, perdió la presidencia en el 2000; al PAN le bastó 12 años para perder la confianza del electorado y el poder presidencial.

 

No le demos vuelta: el electorado castigó al partido en el poder presidencial. “Se votó contra el PAN y contra el sexenio de la sangre”, como dice Jesús Silva-Herzog Márquez.

AMLO

 

La reacción de Andrés Manuel López Obrador era aún más previsible. “Las encuestas están cuchareadas” y anticipó un fraude electoral.

 

Él confió en la “mayoría silenciosa”, en los jóvenes y en las ruidosas ‘redes sociales’ que se volcarán a las urnas para darle el triunfo que le negaban las encuestas… a menos que haya “un masoquismo colectivo”. (¿Fueron también cuchareadas las encuestas que favorecieron siempre y con mucho a Miguel Ángel Mancera, el candidato de las izquierdas a la jefatura del D.F.?)

 

 

La izquerda

 

Nadie espera que AMLO admita de inmediato su derrota y menos aún que felicite al ganador actitud que lo consolidaría como el principal dirigente de las izquierdas–, pero si al menos elude las acusaciones de fraude mucho ganarán él y su partido. Si, en cambio, se desliza por la pendiente inclinada de un conflicto poselectoral, se convertirá en el principal obstáculo para el avance y transformación de una izquierda moderna y democrática.

 

La izquierda alcanzó logros notables en esta elección y se convirtió, como en el 2006, en la segunda fuerza política. Ganó las gubernatura  ‘¿de Morelos y Tabasco, se llevó ‘carro completo’ en Guerrero –las 9  diputaciones federales y las 2 senadurías de mayoría–, y triunfó una vez más, ahora avasalladoramente, en la capital del país. Pero podría de nuevo perder lo ganado si se deja arrastrar por una impugnación sin porvenir de López Obrador.

 

Labastida

 

Tuvo razón el senador Francisco Labastida. Una breve charla con uno de los autores de este artículo:

 

“Mire usted, dos sexenios panistas llevaron al hartazgo y deseo, como millones de mexicanos, que el PAN pierda la presidencia… aunque sea con Peña Nieto.”

 

El senador le revira:

 

   –No subestime a Peña, su potencial como candidato no reside sólo en su buena imagen. Hay también tres rasgos distintivos de su personalidad: sabe escuchar, sabe rectificar y sabe decidir. Es lo que lo distingue y le da consistencia como estadista.

 

  –¿No exagera?

 

   –No. Vea cómo resolvió la sucesión en el Estado de México y frustró los malos augurios de los adversarios que presagiaban la división en las filas priistas, y el candidato del PRI, Eruviel Ávila, ganó con ventaja abrumadora. También supo escuchar, rectificar y decidir en el caso de la salida de Humberto Moreira de la dirigencia del PRI y en el caso de la renuncia a la alianza con el Panal y el liderazgo de la maestra Gordillo, lo cual tendrá un enorme significado para el futuro de la educación. En la campaña y en la elección verá usted los efectos del carisma de nuestro candidato”.

 

 

Leción de la elección

   ¿Qué sigue? ¿Qué le depara a México con el PRI?  ¿Vuelta al autoritarismo? Los electores no votaron para eso, y no hay Peña que pueda intentarlo, ni país que pueda tolerararlo. La elección fue un castigo para el PAN, y es una lección  que igual vale para el PRI. No debiera olvidarse esta frase de Albert Camus: “la democracia es un ejercicio de modestia”.