En la raya

LAS 3 CRISIS

El virus

Por José Luis López Duarte

Versión completa con las tres entregas.

Después de tres semanas recluidos en casa junto con nuestras familias y ante la angustia de todos frente a la pandemia del COVID-19, y con todas las preocupaciones e inquietudes, nos retiramos temporalmente de este espacio en virtud de la gravedad de lo que sucedía y sin tener clara la magnitud y consecuencias del fenómeno, pero aquí estamos de regreso esperando que todos estén bien en casa.

La pandemia había iniciado el 31 de diciembre en China y aquí en México el 28 de febrero, con los primeros casos en Culiacán y la Ciudad de México, dónde inició la crisis que en aquel país desde entonces fue creciendo hasta convertirse en el problema más grave de la nación y quién sabe con qué tamaño de consecuencias.

Muchas cosas han ocurrido en poco más de un mes que hoy en día tiene a más de 50 millones de mexicanos recluidos en casa, cientos de miles de empresas cerradas y alrededor de 30 millones de trabajadores parados.

Hasta el domingo 12 de abril ya había alcanzado a 4661 casos confirmados en el país y a 186 en Sinaloa, con 26 decesos en Sinaloa y 296 defunciones en el país, y se pronostica que en las próximas cuatro semanas, es decir, el segundo mes de la crisis, se dará el peor embate, más aún que no se sabe el tamaño del golpe hacia México del enorme foco que se desarrolló en Estados Unidos.

Serán cruciales los próximos días y resulta evidente que es el momento de que todos, principalmente el gobierno de la república, y todos los gobiernos estatales, se sobrepongan a todas las diferencias porque es indispensable unir todos los esfuerzos, por modestos que sean.

Son tiempos de la unidad de los mexicanos, porque con todo y la ciencia, así como los recursos disponibles, nadie puede calcular el impacto y cuando ocurre eso, lo más sano es pensar en lo peor y trabajar en ello.

Se trata de la vida de todos y sin discusión está claro que se han cometido muchos errores, pero no es el momento de llevar a cabo un ajuste de cuentas, que ya habrá oportunidad de ello si la pandemia lo permite.

Lo real es que viene lo peor y lo que se impone es redoblar las medidas. El confinamiento (la principal medida preventiva) requiere acciones más radicales debido a las muestras que han informado algunos estados, en los que en el mejor de los casos apenas han alcanzado el 50%.

Lo segundo más importante es terminar con la incertidumbre económica, por lo que deben detenerse con urgencia los despidos de trabajadores, que ya suman 350 mil en el primer mes, debe garantizarse el trabajo; a las empresas que sufren y las que cierran, los gobiernos deben garantizar amortizar los daños; a los hogares que no tienen lo suficiente para sostener el aislamiento, el apoyo para que los alimentos y lo indispensable no falte.

Y de acuerdo a estas prioridades, el tercer aspecto es el sistema de salud que requiere máxima prioridad, empezando por el personal (médicos y enfermeros) por la sencilla razón que sin ellos no habrá quien aplique nada.

El encono político y social no daña, pero la crítica constructiva es indispensable, lo mismo que el debate propositivo, siempre con la divisa de colaborar y orientar las cosas en el camino apropiado.

La economía

Es difícil saber hasta dónde llegarán tanto la crisis sanitaria como la crisis económica, pero así como llegó la enfermedad también llegará la carencia, y en muchos casos la quiebra, episodio que también urge empezar a atender por los gobiernos con las previsiones y provisiones posibles.

El virus se veía lejano, por allá en China y hasta “pitorreo” provocó particularmente de parte del presidente de la república, pero el virus llegó y nos cogió desprevenidos y desarmados en muchos aspectos de salud, además de existir una crisis histórica  de los servicios de salud y la transición del sistema hacia uno nuevo (INSABI) por el cambio de gobierno.

¿Qué tanto nos afectará? Dependerá de la velocidad, atingencia, eficiencia y liderazgo en el sector salud, como también requiere ya en el sector económico.

México viene de una depresión económica que llevó en el 2019 a un crecimiento del cero por ciento y ya antes de la pandemia se pronosticaba un crecimiento tan solo del uno por ciento para el 2020, es decir, que las proyecciones eran mínimas, cuando apenas se ponía de pie la economía, llegó la pandemia y con ello un desastre económico, que algunos calculan entre el 6 y el 10% de reducción del PIB nacional.

¿Pero hasta dónde pueden llegar las cosas cuando el foco mayor de la pandemia está en Estados Unidos? Para empezar ya tienen casi la mitad de los infectados en el mundo y ya es el país con más defunciones, además de que en las primeras dos semanas perdieron 17 millones de empleos, al grado de echar mano de 2.2 trillones de dólares para paliar el daño económico.

Comento lo anterior por dos razones muy concretas: la balanza comercial entre Estados Unidos y México  ronda los 450 mil millones de dólares, el 95% del comercio internacional de México; y la segunda, que México recibe más de 35 mil millones de dólares de remesas cada año. Ambos aspectos tendrán serias consecuencias en nuestro país a corto y mediano plazo.

La crisis inmobiliaria del 2008, el catarrito que afectó a casi todo el mundo, provocó en México la pérdida de casi 600 mil empleos y ahora, tan solo en el mes de marzo, se han perdido 350 mil y no se sabe hasta dónde puede caer, pero seguramente el pronóstico será peor.

No son buenos tiempos para México, ni son tampoco de corta duración. La pandemia ya es dramática y ojalá no alcance niveles a los que han llegado otros países, pero seguramente va a empeorar, lo mismo que las condiciones económicas del país.

Por ello es vital hacer todos los esfuerzos por la unidad política y social de los mexicanos. Es cierto que necesitamos un nuevo pacto fiscal desde los años noventa, después de la crisis de 1994, la del FOBAPROA. También son ciertos los desatinos del gobierno de la república y muchos gobiernos estatales. Pero pese a todo son tiempos de unidad y se requiere la mayor inteligencia para ello. Por eso cabe felicitar la iniciativa que encabeza el Dr. Julio Frenk y la periodista Denisse Dresser, que ya aglutina a más de 5 mil mexicanos que proclaman la unidad de todos ante el Coronavirus.

Hoy corresponde hacer a cada quien lo que le toca y por eso no debe haber institución que no haga nada. Las autoridades de salud ya hacen lo propio y las económicas urge se pongan a trabajar a todos los niveles.

En Sinaloa ¿Cuántos instrumentos económicos tiene el gobierno? ¿Cuáles son las urgencias económicas más importantes ante la pandemia? Hay un millón de trabajadores de bajos ingresos y con inestabilidad laboral ¿Qué hacer con ellos y con qué? Hay más de 50 mil negocios que integran las MIPYMES ¿Cómo y con qué se les va a apoyar? En Sinaloa existen más de 300 mil desempleados y empleados temporales ¿Cómo se les va a ayudar?

En fin, son múltiples los asuntos económicos qué atender y por eso urge que el ejecutivo estatal, junto con el congreso del estado y los grupos empresariales, elabore un plan de emergencia y medidas que frenen el ciclo catastrófico que parece se configura en la economía.

No es complicado, y aunque parezca mentira, tienen mucho qué hacer.

La social y política

Quien pretende concluir cómo quedará la situación del país para cuando termine la pandemia del COVID-19, necesitará mucha imaginación cuando aún no sabemos siquiera si tendrá remedio en el corto plazo, porque si no, como alguien dijo, para el largo plazo “todos estaremos muertos”.

De hecho México, en el contexto de una transición controvertida y traumática que pareciera no sabe a dónde quiere ir, sacudido por esta pandemia que pudiera compararse con el iceberg con el que chocó el Titanic, muestra síntomas de una transición que más que pretender cambiar de régimen tiene que modificar todas las estructuras de la sociedad mexicana.

Para empezar el gobierno no puede seguir igual, con un presidencialismo agotado, un sistema de partidos en completa bancarrota, un modelo neoliberal ineficaz frente al desarrollo tecnológico y el mundo del trabajo que ya no soporta más su explotación, empobrecimiento, degradación y envilecimiento, como tampoco la inexistencia de un estado de derecho y el salvajismo que se pavonea por todos los rincones del país.

Pareciera que la pandemia ha precipitado el crisol que aún se creía considerar bajo control y que ahora casi podemos asegurar que nos encontramos próximos a un caos social y económico.

Alguien comentó hace algunos meses la necesidad de pensar en el “postnoeliberalismo” y preguntaba que ante la debacle de este modelo que ocurrirá y nadie reaccionó en aquel momento, pero ahora, con esta pandemia y sus consecuencias evidentes, es indispensable hacerlo por la sencilla razón de que no es posible que después de esta tragedia se piense que podemos volver a que sea todo igual.

Indiscutiblemente el mundo tiene que cambiar y México junto con él. Es necesario acelerar esa transición con un pacto entre los mexicanos de los cambios indispensables y obligados que se deben operar.

No es posible continuar con un régimen presidencialista, padre y madre de la corrupción en este país, como tampoco puede existir un sistema político hijo de ese presidencialismo, al igual que una república centralista y concentradora que convierte en su reino ese presidencialismo, como tampoco una distribución de la riqueza tan injusta.

Para empezar, las élites de México tienen que pensar que los riesgos de que la civilización desaparezca son reales y que está en riesgo ya sea por las pandemias que se desaten, el cambio climático o cualquier otro fenómeno que se nos estrelle en la cara como ahora ocurre con el COVID-19.

Por eso creo que resulta inútil que ahora cada quien, llámese como se llame y actúe en lo que actúe, piense que el poder, el gobierno, las instituciones y la economía se pueden poner a disposición particular y no del conjunto de la sociedad, puede resultar un absurdo suicida que ya no cabrá en los tiempos que vienen.

Ojalá y así como han reaccionado muchos opositores al gobierno y contrarios entre sí y contra otros, proponiendo la unidad nacional ante la pandemia, crezca esta actitud y prevalezca ya que pase para reconstruir las cosas… porque si no…

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