Fin de un sexenio
La última ocurrencia
Melchor Inzunza
En sus perlas japonesas, Raúl Prieto, el admirable Nikito Nipongo, refiere que el pueblo mexicano nunca ha podido acostumbrarse al nombre hechizo Estados Unidos Mexicanos (que además deja fuera al Distrito Federal, que no es un estado).
Se trata –dice Nikito– de una “denominación aberrante, ya que jamás hubo estados mexicanos aislados como para que luego terminaran uniéndose”.
Pero los gobernantes imitarían a los gringos y bautizaron al país con ese nombre que sólo los políticos recuerdan en sus discursos de saludo “al Señor Presidente Constitucional (como si pudiera no serlo) de los Estados Unidos Mexicanos”.
Salvo esos políticos, nadie en este país, o fuera de él, alude a México como Estados Unidos Mexicanos.
Tentantivas
Dicen que durante su gobierno Salinas de Gortari promovió la idea de renombrar al país sólo México.
De hecho, desde hace casi 20 años se han presentado en el Congreso de la Unión cuando menos cinco iniciativas en ese mismo sentido. La primera fue propuesta en 1993 por el diputado Martín Tavira Uriostegui, del Partido Popular Socialista; la segunda, de 2007, por el diputado perredista Raymundo Cárdenas Hernández; y en el 2010 el diputado priista Víctor Humberto Benítez Treviño y los senadores panistas elaboraron similares iniciativas.
La del 2012 de Calderón no hizo más que continuar la que como diputado había expuesto en el 2003. Desde entonces consideraba que era tiempo de conferirle al país el nombre “que esencialmente y desde su fundación le corresponde”.
Pero ya en el poder presidencial, esta buena idea fue olvidada por Calderón durante su sexenio. De todos modos, con todo y demoninación oficial, a ningún presidente se le ocurrió gritar en los 15 de septiembre “¡Vivan los Estados Unidos Mexicanos!”, en vez de “¡Viva México!”.
Intento tardío
Sin embargo, Calderón tuvo otra ocurrencia: retomar su iniciativa en los últimos días de su gobierno. Como no pudo cambiar al país, quiso a menos renombrarlo y envió su proyecto de decreto para modificarla Constitucióny cambiar el nombre de Estados Unidos Mexicanos por el de México.
Ya pa’qué. Intento tardío. A lo mejor creyó que aún podía disipar o de perdida atenuar el estigma de ser ‘el presidente de los muertos’, para ser recordado como el padrino del nuevo bautizo de México, de ser aprobada su iniciativa. Y ni así.